"Detesto el complejo de inferioridad que tenemos en Ávila"

Mayte Rodríguez
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En las Conversaciones en el Lienzo Norte de hoy charlamos con el director y guionista de cine David Galán Galindo

"Detesto el complejo de inferioridad que tenemos en Ávila" - Foto: Isabel García

David Galán Galindo (Ávila, 1983) empezó hace quince años a escribir los guiones de programas de televisión con millones de espectadores, algunos llegaron incluso a marcar un hito en el panorama televisivo. Es el caso de ‘Sé lo que hicisteis’, todo un fenómeno del momento en el que este abulense de voz imponente y sonrisa fácil empezó a trabajar en 2006 como becario, cuando el programa aún era semanal, y acabó despidiéndose con él  más de mil emisiones después –recuerda el número exacto, 1010-, cuando  dejó de emitirse en La Sexta tras cuatro años siendo diario. Aquel formato que analizaba la actualidad desde el humor y, sobre todo, ponía frente al espejo de la sátira otros programas de televisión, especialmente los del corazón, a sus presentadores y colaboradores, marcó una época televisiva y también la vida de nuestro protagonista. No sólo le abrió las puertas de ese ámbito laboral en el que ha seguido trabajando y creciendo, también le brindó amistades que aún hoy mantiene. «Para mí fue una etapa muy especial, la mayoría de mis amigos de Madrid vienen de ahí, son los guionistas de ‘Sé lo que hicisteis», nos cuenta David, para el que aquella oportunidad fue una escuela en todos los sentidos. «Cuando el programa pasó a ser diario trabajábamos con mucha presión», tanto que ‘Sé lo que hicisteis’ se emitía a las tres y media de la tarde y ellos entregaban el guión un rato antes,  los coordinadores apenas tenían tiempo de leerlo y menos aún de corregirlo, así que  «se emitieron cosas muy locas, se daban de paso cosas que con más tiempo quizá no se hubieran emitido», confiesa sin disimular su satisfacción, consciente de que entonces se hacía una televisión «más fresca y divertida», al menos «menos controlada».

‘Orígenes secretos’ es el primer largometraje de este abulense que mientras escribía guiones para televisión realizaba cortos porque el cine es lo que realmente le apasiona. La historia de su película es la de un sueño cumplido en torno al trabajo y a la perseverancia de su director y guionista, que basó el guión en la novela del mismo título que escribió años antes pensando precisamente en que le ayudara a sacar el proyecto cinematográfico adelante. Y así fue. «Para mí era importante que mi primera película tuviera mucho de mí y siempre me la tomé como un único disparo, tiene thiller, comedia, aventura, amor, ... Pensé que igual solo hacía una, así que sabía que una de las cosas que podía ayudarme a levantarla era esa novela, por eso intenté que fuera buena, que tuviera valor por sí misma, que la publicara una editorial de prestigio y que, un día, pudiera llegar al despacho de un productor y decirle que en esa historia ya había confiado alguien», recuerda David, a quien el plan le salió redondo. Eso sí, pasaron siete años desde que mantuvo la primera reunión hasta que la película estuvo terminada. «Hay que tener mucha resistencia, ser muy cabezón y tener las cosas muy claras porque lo que te pide el cuerpo muchas veces es tirar la toalla», admite. 

Le preguntamos qué hay de Ávila en él, en su vida, en su trabajo. «Ha influido en todo», comienza, «los cómics son mi mundo, mi obsesión, pero yo crecí aquí sin panda de amigos a los que les gustaba lo mismo que a mí; yo estaba solo y me recorría todo Ávila buscando cómics porque llegaban pocos: Teto, Del Olmo, la Mauri, la estación de trenes, las galerías de San Roque, ... Creo que para mí los cómics tienen una mitología especial porque los viví así, seguramente si los hubiera tenido mucho más normalizados, con mi grupo de amigos, a lo mejor no me habrían influido tanto, creo que los viví de una manera distinta por estar en Ávila». Él, que ha triunfado sin marcharse de aquí,  aborrece el «complejo de inferioridad que tenemos» y que sin ir más lejos se refleja en que «se considere abulense aquel que pasó por aquí un día hace años o que su abuelo fue de aquí; no me gusta nada cuando creemos que somos peores que cualquier cosa de fuera», afirma.

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza sobre Ávila?
Mis amigos. Nosotros éramos los raperos del Parque de San Antonio, como en el rap siempre se saca pecho del barrio nosotros siempre decíamos que Ávila era un barrio entero y siempre mencionábamos a Ávila en las canciones, en los festivales éramos los de Ávila, ... En fin. 

¿Qué es lo que más te gusta de Ávila?
Que es mi ciudad y que está aquí mi familia. Es mi casa. 

¿Y lo que menos?
Que a veces nos hacemos de menos a nosotros mismos.  Solemos valorar más lo de fuera. De hecho, aquí está denostado que la gente se quede en Ávila, es decir, irse de Ávila se toma como un éxito y, sin embargo, creo es un fracaso como ciudad.

Un lugar para perderse …
Una tienda de cómics. 

Un recuerdo de la infancia...
Mi abuelo Remigio, que era el castañero de Ávila; él tenía un puesto de castañas en el Grande, un puesto de helados en verano en El Chico y en navidades vendía zambombas y de todo. Mi infancia es mi abuelo Remigio. 

 ¿Un personaje o persona abulense que te haya marcado?
Mi padre. Él es la persona más honrada a la que he conocido nunca, honrado hasta parece paródico: mi padre se encuentra 50 euros en la calle y lo lleva a objetos perdidos. Así es él. Yo siempre pienso que no voy a poder ser tan buen padre como lo fue el mío. 

¿Qué es lo que Ávila tiene que mantener?
La esperanza. Muchas veces damos por perdida esta ciudad, vemos una calle completa en la que el único negocio que hay se llama ‘Se alquila’ y la gente lo ve normal, vivimos en ese fracaso perpetuo. Pero yo creo que esta ciudad puede ser mucho más de lo que es si  nos quitamos los complejos. 

¿Qué te parece la ciudad hoy día?
Insisto en que Ávila podría ser mucho más de lo que es. Si Ávila estuviera bien conectada podría haberse quedado aquí un montón de gente que se ha marchado.  Yo he trabajado en Madrid yendo y viniendo a Ávila cada día;  sabía que cada día ganaba 22 euros menos porque era lo que me costaba el peaje de la autopista y no quería jugarme la vida por la carretera. Hubo una época en la que algún político de aquí dijo que no quería convertir a Ávila en una ciudad dormitorio y, sin embargo, yo veo en Madrid esas ciudades dormitorio y son sitios con vida y con muchas más cosas. Ser ciudad dormitorio significa que sus hijos estudian aquí, que compran aquí y que hacen la vida aquí porque a trabajar a Madrid se van a ir igual, pero si no les pones trabas pueden estar aquí. Esas trabas son el peaje y no traer el AVE, que es lo que nos ha matado. El precio de los alquileres, la calidad de vida o la tranquilidad para educar a los hijos son razones para que la gente se quedara en Ávila si los transportes no hicieran la ciudad incompatible con la vida.

¿Cómo ves Ávila en el futuro?
Siempre soy positivo. Creo que resistiremos igual que resistimos el invierno; es el carácter abulense, nada acabará con nosotros. 

¿Qué puedes aportar a Ávila?
Me encantaría rodar aquí, pero es que en Andalucía, Galicia o Cataluña hay muchísimas ayudas para rodar películas allí, mientras que en Castilla y León sí te pueden dar facilidades pero  no hay ayudas cinematográficas en condiciones como en otros sitios y eso los productores cinematográficos  lo tienen muy en cuenta. 

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