Una tarde de doma a cuatro patas

M. L.
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El espectáculo 'Cómo bailan los caballos españoles' muestra a los abulenses las mejores técnicas de doma equina

Una tarde de doma a cuatro patas - Foto: Ana I. Ramirez

La doma es un deporte curioso. De categoría olímpica desde el año  1912, es un deporte complejo que solo los aficionados son capaces de comprender en profundidad. No sabría decir cuántos aficionados tiene esta disciplina en la ciudad de Ávila, pero, a juzgar por el gentío que acudió ayer a la plaza de toros local a ver el espectáculo ‘Cómo bailan los caballos españoles’, parece un deporte que tiene una buena base de seguidores.

En un coso a medio llenar el espectáculo ‘Cómo bailan los caballos españoles’ dio a los vecinos de la capital lo que el título les prometía. Siete caballos y dos ponis, montados por cinco jinetes, mostraron a los abulenses las capacidades motrices de estos equinos bien conducidos por sus jinetes.

El espectáculo contó con nueve actuaciones. La primera de ellas presentó a los abulenses a Júpiter. Este caballo ya dio muestras de lo que iba a ser la tarde en la plaza de toros. Primero, conducido por su jinete, Júpiter practicó unos ejercicios de apoyos. Este modalidad de doma es aquella en la que los equinos, con esa gracia y elegancia particular que los caracteriza, se desplazan de lado a paso lento. Tras ello, pasó a practicar unos ejercicios de trote en extensión, que, como su nombre indica, consiste en poner al caballo al trote, pero extendiendo este al completo sus largas patas. Finalmente, Júpiter realizó un ejercicio de paso español, en el que se pudo ver cómo el caballo extendía vistosamente sus patas al andar al paso –algo así como si los humanos diéramos grandes zancadas remarcando el estiramiento de nuestras articulaciones.

El segundo caballo, Leónidas, iba montado por una mujer. Esto no resulta anecdótico, ya que la intención era mostrar una técnica de montura que surgió en el siglo XII para que las mujeres pudieran montar. Esta técnica consiste en ir de lado –como en los camellos–, y las mujeres estaban obligadas a montar así porque se creía que si iban a horcajadas perjudicaría su fertilidad. De esta manera, Leónidas realizó ejercicios como el paso atrás o el encabritamiento.