Urdangarin consigue vía judicial la autorización de la entrada de una bicicleta estática, que se podrá ubicar en el módulo que ocupa, y que en un principio había sido denegada por el centro penitenciario. Ante esa negativa, el interno recurrió a la justicia que ahora le da la razón y permite la entrada de esta bicicleta de su propiedad. En la argumentación se destaca que el "efecto desestructurador que produce la soledad en la persona" frente a la creencia común de que el aislamiento es un "privilegio" y como el sistema penitenciario ha evolucionado con el paso de los siglos hacia modelos sociales. Se recuerda que en el modulo que está ubicado se carece de gimnasio y que, además, por las características físicas del interno, no existe en el centro penitenciario maquinaria deportiva adecuada para la realización de ejercicio aeróbico. Se añade que no hay riesgo de la seguridad del centro.

El juez razona que "la salud física y mental está íntimamente ligada a la actividad física y deporte" y es un derecho del interno "la protección de la vida y la salud" por lo que se cree que en este caso la negativa del centro a la entrada de la bicicleta estática no resulta "acertada".

"Disponer de la bicicleta estática, cuya autorización se solicita, puede ser en este caso un útil instrumento para ocupar las largas horas de soledad y ayudar con ello al mantenimiento de la salud mental del penado", dice el auto, y por ello se acepta la petición.