Ávila o la devoción por Santa Teresa

M. Lumbreras
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La procesión saca a las calles de la ciudad la talla de la mística junto a miles de abulenses y alguna que otra figura política

Ávila o la devoción por Santa Teresa - Foto: Isabel García

La fe y la política son dos cosas que no casan demasiado bien. Por un lado, la fe –para el que la tenga– reconforta e ilusiona. Por otro, la política preocupa y tensa. Sin embargo, en ocasiones este oxímoron se ve unido por cuestiones más mundanas. Eso es lo que pasa en días como el de ayer, fiesta de la patrona de Ávila, Santa Teresa de Jesús. Al ser la Santa copatrona de España y doctora de la Iglesia, las figuras políticas –y más a escasas semanas de las elecciones– se acercan a nuestra capital para mostrar sus respetos.

La plaza de la Catedral comenzó a llenarse de gente esperando ver a su patrona sobre las 12,00 del mediodía. Flanqueando la puerta lateral del templo, la Banda de Música de Ávila y la Unidad de Música de la Academia de Infantería afinaban sus instrumentos. Los medios de comunicación iban de un lado a otro buscando a Pablo Casado y Margarita Robles, las dos figuras de mayor calado en la política nacional que fueron a la misa por la Santa. De hecho, Casado atendió a los medios minutos antes de la salida de la mística por la puerta del templo.

La procesión cruzó la puerta de las Carnicerías y bajó por la calle San Segundo hacia la plaza de Santa Teresa. Encabezaban –nunca mejor dicho– la larga comitiva los cabezudos –que, siempre que podían, se acercaban a los niños a hacerles monerías– y el cocodrilo de Sonsoles. Tras ellos, una larga lista de cofradías y hermandades religiosas, con sus miembros engalanados para la ocasión –el traje y la mantilla fueron las prendas protagonistas de la jornada–, precedía a la figura de la Santa. Estaban allí la cofradía de San José Obrero, la de San Antonio, la de la Nuestra Señora de las Angustias... Ninguna quiso perderse tan esperado día.

En el centro de la comitiva, como no podía ser de otra manera, se encontraba la figura de Teresa de Ávila, flanqueada en cada esquina por cadetes de la Academia General Militar de Zaragoza con el sable al hombro. 

Tras la Santa se encontraban alguna cofradía más y la comitiva del Ayuntamiento, encabezada por el alcalde, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, bastón de mando en mano.

La procesión rodeó la figura de Santa Teresa que preside la plaza del Grande y se encaminó, vía Don Gerónimo y Reyes Católicos, a la plaza del Chico, desde donde bajó hacia el convento de la Santa.

Una vez llegados a la plaza de la Santa, se plantó la comitiva entera frente al convento, de espaldas a él, con las dos tallas religiosas –la de Teresa y la de la Virgen Caridad, que procesiona también por haber sido la Santa devota suya– presidiendo la situación y con todas las figuras políticas y militares delante de ellas. 

Allí se hizo el silencio durante unos minutos, los que tardó la banda de música del ejército en llegar al convento, con una comitiva desfilando tras ellos, que recibió un gran aplauso por parte del personal.

Una vez pasó el ejército, todo estaba listo para introducir las tallas en el convento de la Santa, momento que también fue recibido con un fuerte aplauso.