Con sabor agridulce. Así se despidieron este domingo los 17 industriales feriantes, tanto de esta provincia como de fuera de Ávila, que durante el último mes han ocupado con sus puestos y atracciones los aledaños de la plaza de toros. Felices, por la buena acogida que una vez más les han dado los abulenses y también agradecidos al Ayuntamiento de Ávila por dejarles trabajar, pero con «mucha angustia e incertidumbre» teniendo en cuenta que prácticamente ninguno de los municipios a los que solían acudir durante el verano han apostado por incluir la actividad ferial en su programa estival.

«Agradecemos muchísimo que esta corporación municipal nos haya dado esta oportunidad de trabajar y de demostrar que con responsabilidad todo se puede hacer», reconocía Pilar López, presidenta de la Asociación de Feriantes de Ávila, horas antes de empezar a desmontar las atracciones que, lamenta, tendrán que ir directamente a las naves teniendo en cuenta que un año más en esta provincia no existe calendario ferial. «Es una decisión que la Junta de Castilla y León ha dejado en manos de los ayuntamientos», explicaba la portavoz de este gremio para lamentar que en el caso de esta provincia prácticamente ningún municipio, salvo la capital, ha apostado por contar con ferias.

«Nos quedamos prácticamente en el paro hasta, y lo digo entre comillas porque tampoco sabemos si las habrá, las fiestas de La Santa», lamentaba López que normalmente y antes de que el covid irrumpiera en nuestras vidas de las fiestas de verano de Ávila iba directamente a las de La Adrada, donde este año no habrá feria. «Es un sentido porque nosotros no somos el virus ni contagiamos», apunta López para explicar que la actividad ferial cuenta con sus propios protocolos de prevención frente al covid.

«Escogen hacer toros o conciertos pero feria no, y no entendemos por qué», reflexionaba la portavoz de los feriantes abulenses al hablar de una situación que en esta provincia afecta a 30 familias de forma directa y a un centenar de puestos de trabajo. «De qué vamos a vivir 20 meses sin trabajar, es insoportable», señalaba López pensando en «otro verano perdido», que es la época en la que «como las hormigas, sacamos para aguantar todo el año».