Infraestructuras sostenibles como motor de desarrollo

Javier D. Bazaga (SPC)
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SUEZ, compañía especializada en la gestión del ciclo integral del agua, analiza en la Cumbre del Clima los desafíos de la España despoblada, situando las alianzas público privadas como clave para garantizar un futuro más próspero

Infraestructuras sostenibles como motor de desarrollo - Foto: JUAN LAZARO

Naciones Unidas ya alertó que para el año 2050 «se espera que al menos un 25 por ciento de la población mundial viva en un país afectado por la escasez crónica». Es por eso que no dudó en incluir el acceso al agua limpia y el saneamiento entre sus objetivos de desarrollo sostenible. De hecho, es el Objetivo número 6 y tiene como fin «garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos».

Nuestro país, a pesar de encontrarse en el hemisferio norte, padece un estrés hídrico notable que se espera se vea agravado con los efectos ya presentes del cambio climático, como son los fenómenos meteorológicos adversos cada vez más frecuentes y más severos. Si unimos esta situación de emergencia climática que ya ha sido reconocida por el propio parlamento europeo a la necesidad de gestionar y garantizar el acceso al agua en algunas zonas que llamamos de la España vaciada, y que suponen todo «un reto técnico logístico y económico», nos encontramos ante un doble desafío que se debe afrontar de manera «global».

Así se puso de manifiesto en la mesa redonda que organizó SUEZ, en el marco de la 25 Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (COP25), que se celebra en Madrid. En la mesa, titulada Agua e infraestructuras sostenibles como motor de desarrollo, un panel de expertos en distintas materias analizaron estos retos y la manera en que la gestión de esas infraestructuras hidráulicas puedan convertirse en elemento dinamizador social y económico de las zonas más despobladas, donde el 60 por ciento de los municipios cuentan con menos de 1000 habitantes.

Desde el punto de vista de la planificación, «la gestión del agua en esta España vaciada tiene grandes retos: el primero es esa adaptación a los efectos del cambio climático, y el segundo es hacerlo en una geografía con un tercio de densidad de población respecto a la media nacional», expuso Laura de Vega, directora de Desarrollo Sostenible de la Dirección Regional Centro de SUEZ, compañía con presencia en los cinco continentes y referente en la gestión del agua. «Ha cambiado la realidad y el clima, y veremos incrementos de temperatura de entre 1,5 y cuatro grados, y una reducción de la pluviometría entre un 14 y un 28 por ciento».

En este sentido, «tenemos mucho que hacer en cuanto a la planificación, y cómo diseñamos las ciudades es imprescindible», aseguró Joaquín García, experto en Gestión Municipal del Ciclo Integral del Agua, que quiso también poner el acento en la sensibilización para reducir los consumos y mejorar la gestión de la demanda de agua.

Gabriel Rubí, jefe del Servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Palencia, expuso el ejemplo de su ciudad, de tamaño medio y perteneciente a ese paisaje de la España vaciada, y que lleva 20 años impulsando iniciativas de sostenibilidad en distintos campos. También en el del agua. Rubí destacó que junto a la concesionaria Aquona, empresa líder en la gestión del ciclo integral del agua en Castilla-La Mancha y Castilla y León, «hemos iniciado el proceso de transformación de depuradora a biofactoría, para lo que se están desarrollando nuevos proyectos aplicando fundamentalmente el modelo de economía circular bajo tres criterios: la generación de energía renovable, la reutilización del agua y la valorización de los residuos», ahondó Rubí.

Tanto es así que en 2018 la depuradora de Palencia alcanzó el 50 por ciento de autosuficiencia energética gracias a que usan el biogás que procede del tratamiento de las aguas en electricidad, y que parte del agua tratada se utiliza en el riego de jardines municipales y los lodos se utilizan en uso agrícola. Todo ello generando un «impacto positivo» sobre la sociedad y la biodiversidad, destacó.

Inversión continua

Esta mesa temática también analizó el reto de la gestión del agua y la emergencia climática desde el punto de vista de la inversión y el marco regulador. Teniendo en cuenta que un reciente estudio publicado por la Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento de Agua (AEAS), junto con la Cátedra Aquae y la Universidad Politécnica de Cataluña, revela que en España tenemos un déficit de inversión en renovación de infraestructuras hidráulicas entre el 70 y el 80 por ciento, Joaquín García estableció la necesidad de mantener un nivel de «inversión constante» para que puedan seguir prestando un servicio de manera eficiente. «Si dejas de invertir en esas infraestructuras acaban colapsando», subrayó, y apeló a la «equidad intergeneracional» para llevarlas a cabo ya que, de lo contrario, «estaremos dejando a nuestros hijos y nietos la carga de tener que hacer las inversiones que nosotros no hemos hecho».

«España invierte un tercio de lo necesario, el 27 por ciento, para renovar infraestructuras de agua, y para mantener el nivel de servicio actual a 10 años vista será necesario invertir el doble», alertó Laura de Vega, incidiendo en que «la falta de inversión podría poner en peligro incluso la continuidad de los servicios de agua» en algunos sitios.

En cuanto a la labor regulatoria, José Luis Quintana, abogado especialista en Derecho Administrativo y socio de Rodríguez Castaño Abogados, puso en valor el texto de la primera Ley de Economía Circular aprobada en España por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que «es el primer texto normativo consecuencia del plan normativo de la Unión Europea de 2015».

Sin embargo, en cuanto a los retos legislativos en materia de agua, puso el foco en la «oportunidad irrechazable» que brinda la revisión de las directivas marco del agua para incorporar criterios de sostenibilidad y eficiencia al ciclo integral del agua para ir allanando el camino a esas futuras normas de economía circular que deberán llegar al resto de escalones administrativos.

Más colaboración 

La responsable de SUEZ Laura de la Vega indicó que «el modelo debe contar con la participación público privada para cubrir estas necesidades no solo de inversión sino aportando tecnología, conocimiento y experiencia». En este sentido, «el servicio de agua urbana ha de garantizarse» con independencia de la situación y del lugar en que se encuentren las personas, por lo que «una economía de escala es un factor fundamental a la hora de mantener un servicio de calidad, adaptado y que sea motor de desarrollo».

La directiva recordó que la propia Naciones Unidas establece en los ODS, precisamente en el ultimo punto, el número 17, la consecución de alianzas entre gobiernos y el sector privado para lograr los objetivos, reconociendo la fuerza transformadora capaz de liderar estas mejoras. «La respuesta es sí, ante esta situación de crisis climática, como principal reto al que nos enfrentamos, la empresa privada tiene mucho que aportar en coordinación con todos los actores», aseveró, consciente de que desde la empresa pueden aportar desde la experiencia en la gestión hasta el diseño de las infraestructuras, la eficiencia en las redes, capacidad energética, digitalización, tecnología e innovación en la gestión del agua, entre otros muchos puntos fuertes.

SUEZ expuso en esta Cumbre del Clima su estrategia de sostenibilidad y de lucha contra el cambio climático basada en cuatro pilares fundamentales: un compromiso de reducción de las emisiones hasta un 45 por ciento en 2030; la creación de planes de resiliencia, conservación y restauración de ecosistemas claves en el ciclo del agua; la elaboración de modelos de economía circular para alcanzar el objetivo de cero residuos; y el desarrollo de modelos responsables con el clima, potenciando, en consecuencia, soluciones de infraestructura verde y una economía baja en carbono.

Es por eso que una buena planificación y gestión de las infraestructuras hídricas, así como las necesarias alianzas entre el sector público y el ámbito privado pueden convertir el agua en un verdadero motor de desarrollo en aquellas zonas con menor densidad de población.