Dos escultores abulenses triunfan en el Certamen de Badajoz

D.C
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Álvaro de Matías gana el primer premio con 'Hombres cerilla', formada por siete figuras humanas, mientras que Iván Gómez se alzó con la mención honorífica por el homenaje a la mujer 'Lágrima'

Dos escultores abulenses triunfan en el Certamen de Badajoz - Foto: Miguelasf

El escultor abulense Álvaro de Matías se ha alzado con el primer premio en el XIII Certamen de Escultura Ciudad de Badajoz, iniciativa de ámbito nacional a la que se presentaron artistas de casi todas las comunidades autónomas y en la que el éxito del arte abulense fue doble, puesto que la mención honorífica que contemplaba recayó también en otro creador de esta tierra, Iván Gómez.

Álvaro de Matías se hizo merecedor del primer premio, dotado con 9.000 euros en metálico, por la obra titulada Hombres cerilla, una pieza de resina de poliéster modelada en cera que reúne a siete figuras humanas –en un curioso juego de aislamiento acompañado– en las juega con el realismo, el expresionismo y un simbolismo que queda muy bien reflejado en el título de la pieza, que ocupa un volumen de 150 x 20 x 20 centímetros.

Esta obra, que tal y como establecen las bases del certamen pasará a ser propiedad del Ayuntamiento de Badajoz y tendrá el uso exclusivo de ésta –adquiere los derechos de exposición y reproducción fotográfica de la misma–, es un estupendo ejemplo de la forma de trabajar de un artista de evolución muy coherente que apuesta por un estilo realista de gran libertad en el que caben concesiones a muchas influencias bien asimiladas, casi siempre con la figura humana como centro de atención.

Los siete protagonistas de la obra, algunos de ellos sin cara pero todos cargados de una enorme expresividad que llega de inmediato al espectador, se encuentran situados sobre columnas de madera (como puestos sobre la picota) cuya parte alta, de la cual forman parte las figuras, se encuentran quemadas como cerillas ya usadas.

Iván Gómez, cuya mención honorífica está dotada con 400 euros, consiguió la mención honorífica por la obra Lágrima, una pieza de 1,85 metros de altura creada con metal y piedra artificial en la que investiga con sutileza no exenta de rotundidad en las enormes posibilidades expresivas del rostro humano a través de la fusión de materiales muy diferentes.

El rostro que protagoniza la pieza, siempre femenino porque el conjunto de su obra es fundamentalmente «una evocación de la mujer» –y quizás de alguna manera recordando el busto de Nefertiti–, está realizado en piedra artificial y se levanta sobre  un bloque de metal en forma de lágrima, apostando y consiguiendo con esa suma de materias primas y de estilos (figurativo y abstracción) una pieza que juega con lo que se ve y también con lo que se siente.