Entre lo malo y lo peor

SPC
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Los accionistas de DIA se preparan para afrontar un escenario que los expertos tachan de poco optimista a falta de una semana para la celebración de la junta que decidirá el futuro de la firma

Entre lo malo y lo peor - Foto: Alberto Rodrigo

A falta de siete días para la celebración de la junta de accionistas que decidirá el futuro de DIA, la mayoría de analistas coincide en que quienes tienen participaciones en la compañía afrontan un escenario poco halagüeño, obligados a elegir entre lo malo y lo peor. Así, mientras llega el momento clave y como si de un combate de boxeo se tratase, el multimillonario ruso Mijaíl Fridman -mayor accionista de la cadena de supermercados a través de la sociedad LetterOne, propietaria del 29% de los títulos- y el consejo de administración de la empresa intercambian derechazos a golpe de comunicado casi a diario.

En un extremo del cuadrilátero, Fridman ofrece a los accionistas una salida fácil con su opa a cambio de 67 céntimos por título, un precio muy lejano de los cuatro euros a los que cotizaba hace un año pero por encima de los 58 céntimos hoy en el mercado. A posteriori, se compromete a ampliar capital por 500 millones de euros. En el otro lado del ring, el consejo capitaneado por Borja de la Cierva, el ex de El Corte Inglés, aboga por una ampliación de capital de 600 millones de euros que, en la práctica, diluiría la participación de los accionistas que no acudan a la operación.

En cualquier caso, el enfrentamiento decidirá quién se hace con el control del grupo, cuya delicada situación financiera añade complejidad al proceso: está en quiebra técnica desde diciembre, por lo que necesita medidas urgentes para recuperar el equilibrio patrimonial.

De hecho, los actuales gestores de la empresa insisten en que los acuerdos alcanzados con la banca acreedora para alargar el vencimiento de sus créditos dependen del éxito de su propuesta, y advierten de que el plan de Fridman no incluye pacto alguno con las entidades financieras, lo que podría abocar a la firma a la disolución o al concurso de acreedores.