Una vez al mes, más a menudo en este fútbol moderno de información volátil y enfermiza, un joven futbolista empieza su idilio con las portadas. «El nuevo Messi», «El nuevo Ronaldo», «El nuevo Cristiano» y titulares por el estilo ilustran modas pasajeras. A Erling Braut Haland le han colgado el cartel de «El nuevo Ibrahimovic» por colgarle algo, porque es alto (1,94 metros), delantero y escandinavo. Pero Haland es noruego, Ibrahimovic sueco... y el primero está reventando todos los registros de precocidad anotadora tanto en la Liga austríaca como en la Champions League. 

«-Se te ha visto muy tranquilo al tirar el penalti. ¿Tan seguro estabas de que iba a entrar?

- Sí, por supuesto. 

- ¡Vaya! ¿De dónde sacas esa fortaleza?

- No sé. Pregunta a Dios». 

La conversación se produjo esta misma semana en la zona mixta de San Paolo, donde el chico marcó su séptimo gol en cuatro partidos continentales con el Red Bull Salzburg. Debutó con hat trick ante el Genk, marcó en Anfield en apenas 34 minutos jugados, le hizo un doblete al Nápoles en el 2-3 de Austria y selló el 1-1 de la vuelta. 

Su media anotadora actual es espectacular, marcando 1,35 goles por partido (23 en 17 choques oficiales, solo superado este curso por Lewandoski, que llega al 1,40 por partido)... y eso que no lo ha jugado todo: en Austria marca cada 65 minutos ligueros (12 en 11 choques, 779 minutos disputados) y cada 28 minutos en Copa (dos partidos, cuatro dianas, 111 minutos). 

E

n la diana

Desde su estreno en Champions, el nombre de Haland se ha vinculado a los gigantes del fútbol europeo. Esta semana han sonado con fuerza los nombres Real Madrid y Manchester United, aunque Tuttosport ya había hablando previamente del interés de Juventus y Barça, que sigue buscándole sustituto a Luis Suárez. El Salzburg, que lo fichó del Molde a cambio de cinco millones de euros, ha tasado al futbolista en 100 millones.