«El cuerpo es una gran estructura»

Marta Martín Gil
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Nuestras conversaciones en el Lienzo Norte nos permiten conocer hoy a Isabel Navarro, ingeniera y bailarina abulense responsable de Zahir, Escuela de Danza y Conciencia Corporal, un centro pionero en la capital abulense

«El cuerpo es una gran estructura»

Aunque a priori puedan parecer dos campos totalmente opuestos, lo cierto es que la danza y la ingeniería están mucho más cerca de lo que podríamos pensar. La conexión entre los dos mundos la encontró hace años nuestra protagonista de hoy, la bailarina e ingeniera Isabel Navarro (Ávila, 1986), principal responsable de Zahir, Escuela de Danza y Conciencia Corporal, un centro con apenas dos años de vida pero que ya ha alcanzado un prestigio en nuestra ciudad y en el que estos días echa a andar el nuevo curso.

Cómo se adentró ella en la danza y en la ingeniería nos lo descubre a lo largo de nuestra charla. Es cuando abre la caja de los recuerdos y vuelve a verse camino del colegio desde su casa de San Roque, acompañada por una de sus tres hermanas. De la mano, con calma y en dirección a Las Nieves, el que fue su colegio. «Ávila es un sitio muy bonito para ser pequeño», sonríe al recordar aquellos paseos. «Y yo tuve una infancia muy bonita, marcada por un matriarcado», prosigue su relato. 

Cuenta Isabel que perdió a su padre muy pronto y que creció rodeada por sus hermanas, su abuela y su madre. Una madre que, precisamente, fue la que la animó a comenzar a aprender ballet. «Yo empecé a bailar porque era un poco torpe para los deportes», reconoce. «Mi madre pensó que era importante que realizara alguna actividad física, y como no me gustaban ni el baloncesto o el balonmano, me apuntó a ballet», dice.

A la vista está que Taqui, su madre, acertó. En el estudio de Araceli García Isabel dio sus primeros pasos como bailarina con tan sólo cuatro años. Y desde entonces, no ha parado.

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza sobre Ávila? 

Ávila es hogar. Es estar en casa. 

Y ¿lo que más le gusta de Ávila? 

La tranquilidad, el poder ir andando a cualquier parte. La sensación de que estás en la calle pero estás en casa.

¿Y lo que menos? 

Pues que a veces no valoramos lo que tenemos. Siempre pensamos que Ávila es una ciudad a la que le falta mucho y yo creo que es una ciudad que tiene mucho. Es verdad que hay cosas de grandes ciudades que Ávila no tiene, pero creo que si las tuviera perderíamos nuestra esencia.

Un lugar para perderse. 

Para mí, el mejor rincón es la plaza de la Catedral y la calle de la Muerte y la Vida. Para mí, pasar por allí un día de invierno, cuando ya han cerrado las tiendas, es una sensación gratificante, de tranquilidad. Siempre pienso que en esa zona puedes escuchar el silencio. No sé qué tiene la plaza de la Catedral. Es una energía diferente, que te aporta tranquilidad. Y con el frío de Ávila, en invierno, esa sensación me parece que en pocos sitios la hay.

Un recuerdo de la infancia.

Jugar en San Roque e ir al cole. Y los fines de semana poder salir a jugar al parque con tranquilidad, con las amigas que vivíamos todas por allí.

Un personaje abulense que le haya marcado... 

Mi padre, Fernando Navarro, que trabajó en el Ayuntamiento. Creo que teníamos una visión de Ávila muy similar. Él también opinaba que Ávila tenía muchas posibilidades que no siempre se están viendo y no siempre se están explotando.

El mayor cambio que necesita Ávila es...

Creo que necesitaríamos tener más opciones de industria, porque tenemos muchísimas cosas  que explotar y la industria podría hacernos crecer sin tenerlo metido dentro de la ciudad. Tenemos mucho alrededor.

Y tiene que mantener... 

La esencia, el poder saludar a los vecinos. Cuando puse la escuela me resultaba muy curiosa que gente del barrio que no conocía me empezaba a saludar. Gente con la que coincides todos los días y que quizá ni conoces, pero todos los días te saludan, te dan los buenos días... Eso otras ciudades no lo tienen.

¿Qué le parece Ávila hoy en día? 

Me parece que está pesimista. Creo que tendríamos que cargarnos todos las pilas y valorar lo que tenemos.

¿Cómo ve el futuro?

Creo que tenemos dos opciones: ir para arriba o para abajo. Y me gustaría pensar que va a ir para arriba, que va a ser una ciudad que puede crecer, que puede ser una ciudad muy alegre. Tenemos además muchísimas horas de sol y eso creo que nos da vida.

¿Qué puede aportar usted a la ciudad?

Imagino que una visión diferente de todo: del mundo de la danza, de la manera de relacionarnos...

 

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