Las farmacias creen que la regulación de los test va tarde

M.E
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Sin problemas ya de abastecimiento y con la demanda de las pruebas de antígenos estable e incluso a la baja, las farmacias se resignan a vender su stock por debajo del precio de coste

Los test de antígenos se venden en farmacias desde hace unos meses. - Foto: David Castro

Desde el pasado sábado los test de antígenos de autodiagnóstico que se dispensan en farmacias tienen un precio máximo de venta de 2,94 euros, IVA incluido. Lo había anunciado el presidente del Gobierno unos días antes y la publicación en el BOE del viernes 14 de enero del acuerdo por el que se fijan los importes máximos de venta al público de estos test para identificar el SARS-CoV-2 dio carácter oficial a una medida que en general los farmacéuticos aplauden, dado el caos que se vivió en las Navidades, aunque creen que llega tarde. 

Así lo ve, al menos, el Colegio de Farmacéuticos de Ávila. Su presidenta, Inés Barco, ironizó con que la intervención del Gobierno llega «a buenas horas, al igual que en su día pasó con las mascarillas quirúrgicas». «Lo tenían que haber pensado antes para que la gente lo hubiera podido adquirir a un precio razonable durante las fiestas navideñas», cuando la subida de la demanda y la escasez de estas pruebas de autodiagnóstico provocaron un desabastecimiento temporal que obligó a los farmacéuticos a «buscar test de debajo de las piedras» y a «pagarlos más caros» que semanas antes, lo que acabó repercutiendo en el precio final, no sin críticas de los clientes por lo que consideraban un abuso. 

Ahora la situación es muy distinta. Sin problemas ya de abastecimiento y con la demanda de estos productos estabilizada e incluso a la baja, porque «ya no hay presión por reunirse con los familiares», las farmacias abulenses disponen de stock suficiente, pero ahora asumen una pérdida económica inmediata por tener que vender los test, en muchos casos, por debajo del precio del coste al que los adquirieron en su momento, en plena sexta ola de la covid. «El 'stock' que teníamos acumulado nos lo tenemos que 'comer'», explica Inés Barco, visiblemente resignada. «Es lo que hay, al fin y al cabo las farmacias estamos ahí para dar un servicio público como la puerta de entrada del Sistema Nacional de Salud y ha salido así, pero se podía haber hecho mejor», lamenta.