«El trabajo con herramientas mentales requiere de formación»

E.Carretero
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Psicóloga y profesora de yoga, Chelo Díaz de Sousa llegó a Ávila hace ya casi 15 años buscando un estilo de vida más tranquilo que el de Madrid. Aquí dirige el Centro Meditare, un referente en el cuidado del cuerpo y la mente

«El trabajo con herramientas mentales requiere de formación» - Foto: David Castro

Explica Chelo que su primera conexión con Ávila se remonta a la infancia cuando la familia viajaba desde Madrid a tierras salmantinas y su coche pasaba junto a las Murallas, cuya imponente imagen aún guarda nuestra protagonista en su retina. «Me fascinaba», asegura quien en el verano de 2004 tomó la decisión de instalarse definitivamente en esta ciudad que desde pequeña, y sin saber bien el porqué, había sentido muy cercana. Quizás, reflexiona, porque pese a haber crecido en una gran urbe como Madrid las prisas y el estilo de vida de las grandes ciudades no tienen mucho que ver con su filosofía vital. «Madrid nunca me ha gustado, soy una madrileña renegada porque no me gusta su ritmo», reconoce Chelo antes de declararse «una enamorada de Ávila» y «también de La Alberca», apostilla con orgullo.

Cuando llegó a Ávila ya se había formado nuestra protagonista como profesora de yoga y de hecho al poco de llegar aquí comenzó a impartir esta disciplina. Al yoga, como le ocurrió con la psicoterapia, también llegó en aquel momento de depresión. «Me ayudó a parar y, por primera vez, a sentir a mi propio cuerpo», asegura Chelo para quien el yoga es un «completo» perfecto en procesos de trastorno emocional. «La gente muchas veces cree que por apuntarse a yoga va a resolver su depresión o su ansiedad y si bien es cierto que el yoga es una herramienta muy buena no es suficiente en el caso de que exista un proceso emocional», reconoce esta psicóloga que aprovecha también para criticar el hecho de que «personas sin formación trabajen con herramientas psicoemocionales». Se refiere, por ejemplo, al famoso Mindfulness o a ciertas herramientas de meditación con las que, afirma, hay que tener cuidado. «Son como bisturíes. Es cierto que abren pero ojo qué haces con lo que abres. Eso tiene que estar en manos de un profesional», afirma muy seria la también directora del Centro Meditare que muestra su rechazo al intrusismo profesional y defiende que «alguien que quiere trabajar con herramientas mentales tiene que tener formación en ello porque estamos hablando de salud». Es más, asegura Chelo que cuando la gente llama a su centro médico y le preguntan si es psicóloga y que si está colegiada no le ofende en absoluto, es más «a mí me alegra que esa persona quiera cerciorarse de que va a ponerse en manos de un profesional».  

 

¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?

Cuando de pequeña y de madrugada, camino a La Alberca desde Madrid, bordeábamos la Muralla iluminada. Yo me quedaba fascinada.

¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?

Su aire limpio y su cielo maravilloso, azul, amplio y grande.  

¿Y lo que menos?

La mala iluminación de las calles por la noche. No se ve nada y además da un aspecto mortecino a la ciudad. Ha perdido todo el encanto cálido que tenía antes.

Un lugar de la ciudad para perderse.

Me encanta perderme en el mercadillo los viernes por la mañana.

Un recuerdo de su infancia.

Como soy madrileña, no he crecido en estas calles. Pero sin duda para mi, tiene una huella emocional profunda ese momento, de camino al pueblo, en verano, que sólo ocurría una vez al año.

Un personaje abulense que le haya marcado.

Haciendo referencia a mi trabajo con el psicodrama,  para mí, sin duda, el personaje es la propia ciudad de Ávila. Toda una dama: antigua, sabía y llena de historia que se remonta a miles de años.  

El mayor cambio que necesita Ávila es…

A mí me gustaría que hubiera más campus universitario, que hubiera más facultades de diferentes áreas, ramas diversas.  

Y tiene que mantener …

Lógicamente, yo conservaría es su patrimonio histórico y cultural.

¿Qué le parece la ciudad hoy día?

Pues aunque parezca un poco crítica, yo adoro el silencio y me parece cada vez más ruidosa. Cuando yo llegué hace 15 años, era mucho más tranquila y silenciosa  

¿Cómo ve la ciudad en el futuro?

¡En psicología no hacemos predicciones, vamos paso a paso!

¿Qué puede aportar a la ciudad?

Gracias a mi trabajo como psicóloga, procuro enseñar a las personas a caminar por la vida.