Grande, muy grande Ara Malikian

M.M.G.
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El genial violinista libanés recaló en Ávila dentro de su gira 'Royal Garage Word Tour' y regaló dos noches de magia al público abulense que abarrotó en sendos conciertos el Lienzo Norte

Grande, muy grande Ara Malikian

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Ara Malikian

Cuando un concierto acaba con todo el público puesto en pie y con una ovación que parece no querer tener fin es que algo ha ido bien (muy bien) en el escenario. Y cuando eso se repite dos noches seguidas es que el que está detrás de esas emociones es alguien grande, muy grande. Tan grande como el genial violinista libanés Ara Malikian, que este fin de semana ha recalado en Ávila dentro de su ‘RoyalGarage World Tour’: dos noches de magia nacida de su violín y de los instrumentos de los otros siete impresionantes músicos que le acompañan en unos conciertos que tienen mucho de fiesta pero, también, de su vida. 

Una vida marcada por una guerra que le llevó a dar sus primeros recitales en el garaje de su casa, donde se escondía con su familia para huir de las bombas. «Para que bajara, mi padre me engañaba diciéndome que íbamos a tocar como los Beatles, pero allí sólo estaba mi abuela con una mandolina y mi tío con un instrumento que a día de hoy sigo sin saber qué era». Así, con un genial sentido del humor propio de un monologuista de primera, es el propio Malikian el que, entre tema y tema, va relatando en sus conciertos su peripecia vital, siempre unida al violín y siempre salpicada de anécdotas, algunas de ellas de las más surrealistas. 

¿Será verdad lo que está contando?, puede llegar a preguntarse el espectador, que en no pocos momentos se cuestiona también cómo puede Malikian aguantar el ritmo que imprime en cada una de sus interpretaciones.

De un concierto de rock a una boda judía pasando por el desierto libanés o la ciudad de Londres. Los conciertos de Malikian y su banda (una viola, un violín, una guitarra eléctrica, un piano, una batería, un violonchelo y un bajo y contrabajo) son algo parecido a una vuelta al mundo de la mano de la música. Un mundo, por cierto, que Malikian defiende que «no pertenece a nadie, sino que pertenece a todos».

recuerdo a los refugiados. Y es que en las actuaciones de Ávila, como en tantas otras, Malikian quiso acordarse de todas aquellas personas que como él y alguno de sus compañeros de escenario, tuvieron que salir de sus países para salvar sus vidas.«A nosotros nos las salvó la música, pero hay gente que no tiene tanta suerte».

Para ellos fue el tema ‘Allien Office’, el irónico nombre que dijo tener la primera oficina de inmigración que pisó al llegar a Londres y uno de los que más emocionó al público que llenó la Sala Sinfónica del Lienzo Norte.

Con interpretaciones como ésta fue dando forma a un recital en el que no faltaron guiños al rock (con su espectacular versión de Swett child of mine, de Guns and Roses); a su adorada Björk, de la que se confesó enamorado en un hilarante monólogo desarrollado en un avión y a la que homenajeó con uno de sus temas, ‘Bachelorette; o a la música judía, que dijo haber conocido bien durante su estancia en Alemania.

Y todo ello sin salir de un garaje.Del particular garaje de un músico  del siglo XXI, ciudadano del mundo y afincado (además de enamorado) en España.