Volvieron este lunes, tras el obligado año de parón que impuso la covid-19 en 2021, las Jornadas de Filosofía que organiza el Ayuntamiento de Ávila con la participación directa y muy activa del profesor abulense de filosofía Manuel Paz Marcos, y lo hicieron abordando el tema más candente y preocupante que lleva afrontando nuestra sociedad desde hace casi dos años, precisamente el de la pandemia que nos ha obligado a replantearnos casi todos los aspectos de nuestra vida personal y social.

Explicó el profesor Paz que el motivo de haber elegido el tema de la covid-19 como eje central del ciclo, aclarando que lo que buscaban era «pensar en la pandemia más que sobre la pandemia», tenía «fundamentalmente su razón de ser en el deseo de entender cómo se ha enfocado desde el pensamiento, no desde la medicina o de otros puntos de vista, el hecho de la pandemia».

Y tras analizar esa realidad, añadió al inicio de este primer encuentro (dedicado a analizar los 'aspectos sociales y políticos') que «creo que en ese enfoque han predominado los aspectos irracionales, de manera errónea, y por eso lo que a mí me gustaría, y eso es lo que propongo, es que se vuelva a la racionalidad». Lo cierto es, añadió, «que de la pandemia no se sabía nada, es un hecho objetivo, y desde la racionalidad tenemos que partir de ahí, de alguna manera parafraseando a Sócrates en su célebre frase 'Sólo sé que no se nada', para abordarla de la mejor manera posible. Y para eso tenemos que ponernos a investigar, que es lo que tenía que haber ocurrido desde el principio, y no sólo investigar qué ha significado esto en nuestras vidas sino también rechazar todos los bulos y todas las falsas teorías que han ido apareciendo, y siguen haciéndolo, sobre esa cuestión».

Lamentó Manuel Paz que hay no pocos intereses en que conozcamos más bulos que verdades, en que vayamos más por el camino de la irracionalidad que por el de la racionalidad, algo que ocurre porque «cuando los dirigentes toman el mando de dirigir nuestra actitud hacia la pandemia suelen predominar esos aspectos políticos, y por desgracia, por ese motivo, se va a imponer más el discurso de la mentira que el de la verdad; se impone no el discurso de la investigación, como sería deseable, sino el de la mentira, el de tratar de convencer a la gente a toda costa de aquello que interesa el político de turno, y esa deriva tuvo unas consecuencias bastante desastrosas, y sigue teniéndolas, puesto que de alguna manera ese enfoque político se mantiene».

Ante ese riesgo evidente de manipulación o de falsificación de la realidad, apuntó el profesor de filosofía, «lo que puede hacer el ciudadano si quiere andar por el buen camino en ese sentido es retomar los aspectos racionales, fijarse solamente en los datos, en lo que sabemos y en lo que no sabemos, y dar valor única y exclusivamente a esa información, porque lo demás es puro invento, puro bulo, no es otra cosa que una opinión en el mal sentido de la palabra opinión».