El cine no puede parar

Gonzalo Sánchez (EFE)
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La Mostra más anómala arranca hoy su nueva edición con estrictos protocolos sanitarios y la falta de grandes estrellas

El Palazzo del Cinema, sede principal del festival, tiene todo preparado.

Hace solo dos meses, el Festival de Venecia pendía de un hilo por la pandemia. Sin embargo ha resistido y arranca hoy con la ambición de reactivar un sector, el del cine, que «no puede permitirse seguir bloqueado», según explica el director del certamen, Alberto Barbera. «Hemos decidido celebrarlo de todos modos porque creemos necesario lanzar una señal de optimismo y solidaridad con la industria del cine. Es hora de reabrir porque no podemos permitirnos permanecer confinados durante mucho tiempo», sostiene.

El virus no ha logrado detener al festival de cine internacional más antiguo del mundo, instituido en 1932, aunque estuvo a punto, pero lo cierto es que influirá en su celebración. El director no esconde los desvelos que vivió en las últimas semanas al ver que la cita podría acabar suspendiéndose, siguiendo la suerte de algunos de sus más directos competidores, como el francés de Cannes. «Solo a finales de mayo, cuando se redujeron las medidas de confinamiento (en Italia) empezamos a comprender que la situación mejoraba», rememora.

La duda entonces era si merecería la pena celebrar el festival con menos películas y estrellas, habida cuenta del elevado coste organizativo y financiero que conlleva. Y a mediados de junio se apostó por seguir adelante pero, eso sí, aplicando estrictos protocolos de seguridad.

Ahora todo está listo y Venecia aspira a lanzar un mensaje de optimismo, dejar claro que se puede seguir disfrutando del cine si se respetan las indicaciones sanitarias. «Creemos que se puede hacer. Esperamos que el festival pueda convertirse en una suerte de laboratorio en este sentido, que sirva como ejemplo para otros, que pueda ser la demostración de que si se respetan todas las medidas y protocolos se puede comenzar a volver al cine y a grabar películas», defiende. Pues el futuro del Séptimo Arte, apostilla, depende también de que logre adaptarse a esta nueva normalidad. Así, la idea es defenderlo y perseverar en celebrarlo justo cuando vive uno de sus momentos más aciagos, con salas cerradas y producciones suspendidas en todo el mundo.

 

Renuncias y novedades.

Por lo tanto este año cabe esperar una Mostra «muy diferente a la habitual», adelanta Barbera. La mascarilla, la distancia y por supuesto la desinfección estarán a la orden del día, pero solo así se ha logrado mantener las proyecciones o la alfombra roja.

Una de las cuestiones más comentadas es la ausencia de Hollywood, pues no se esperan grandes estrellas en el Lido veneciano. Además, la incertidumbre sobre su celebración hizo que «muchas» películas que aspiraban a competir por el León de Oro dieran marcha atrás y retrasaran su estreno, sobre todo títulos estadounidenses y franceses a la espera de que la tempestad amaine. Es el caso de los últimos trabajos de Sofia Coppola y de los franceses Léos Carax y Emmanuel Carrère.

En cualquier caso, a pesar de las sonadas ausencias, Venecia presume de haber ideado un festival muy internacional, con representación de 50 países, más mujeres y una temática «a 360 grados» en sus 64 cintas. La Selección Oficial, con 18 obras, está repleta de nombres de directores jóvenes pero «de gran calidad» que han visto en la Mostra un trampolín para sus carreras y que demuestran que el cambio generacional está garantizado. «Es una señal positiva para el futuro del cine porque quiere decir que no está moribundo y que se está renovando, que hay nuevos autores preparados para sustituir a los grandes viejos maestros que poco a poco dejan de hacer películas», alega Barbera.

No obstante esta edición también contará con grandes figuras como las actrices Tilda Swinton o Frances McDormand y directores de la talla de Amos Gitai, Andréi Konchalovski o Pedro Almodóvar, que estrenará su primera obra en inglés, el corto The human voice.