Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


Nos queda la emoción

30/10/2021

La alfombra dorada cubre hoy nuestro espacio.  El árbol abandonó sus hojas a la suerte. Ya había pasado la época del colecho y tenían que emprender el vuelo. El árbol pensó: "Con la llegada de los días de otoño, mis chicas están listas para volar" Pero antes de dejarles partir, les recordó todo lo que no debían olvidar:
Hace un año, estábamos en casa con toque de queda. NO estábamos vacunadas y teníamos miedo de todo aquél que se nos acercara a tocarnos, a correr alrededor, a pasear.
NO quiero que olvidemos nuestras tardes de confinamiento, las largas videollamadas con mucho que decir y poco que contar, las tardes de juegos, el monopoly eterno y los entrenamientos nocturnos.
NO quiero que olvidemos la lluvia tras el cristal, el sol que alumbra y no nos calienta, las tardes de primavera con el invierno en casa, el florecer de la flor en el silencio de la nada.
NO podemos olvidar los muertos, los vivos, los daños. Los hospitales, el personal sanitario, los aplausos y la lucha por sobrevivir, a pesar de todo.
NO quiero olvidar la soledad no deseada, el silencio, el último adiós que no se dijo, la última cena sin ti, el primer día del resto de nuestras vidas. No quiero ni puedo olvidar el terror en las residencias, donde todo lo que se necesita se deja por necesidad, y ahí estabas tú con ganas de hablar sin nadie a quien recurrir.
NO quiero olvidar los pasteles, las tartas, las pizzas y las palomitas. Me gustaría olvidar el día que limpié la cocina después de tanta harina acumulada gracias a los trabajadores esenciales que a veces son los más olvidados y pocas son las ocasiones en las que agradecemos.
NO puedo olvidar aquél primer paseo, el rayo de luz, la soledad del campo, la libertad del aire, las ganas de un abrazo, la primera mascarilla para salir a la calle, el atar los cordones de las zapatillas y la adaptación a una nueva vida.
NO podemos olvidar la flexibilidad que nos llevó a adaptar los trabajos, a reinventar lo inventado, a sacar las cosas adelante con creatividad, ganas y emoción. No puedo casi recodar como llegamos a ese punto de trabajo, de tareas, de objetivos. Pero llegamos y lo conseguimos. Lo demás, ya queda en el olvido.
Mis queridas hojas, hoy acaban estos meses locos, podréis volar. Si tenemos suerte, alguna de vosotras será eterna en el cuaderno de naturales y pasará a la posteridad. Si gozamos de menos suerte, seremos barridas después de ser pisoteadas, pero las personas nos habrán admirado y sabrán lo que nos costó florecer, aguantar la pandemia, el calor del verano, los juegos de los chiquillos, la merienda con cesta sin robar ni una sola patata frita, aunque el olor era más que tentador.
No quiero olvidar, y ya veis, pasamos página demasiado pronto (algunas personas demasiado tarde). Pero superar nunca puede cambiarse por el infinitivo olvidar. Porque el camino nos colocó en este punto concreto del planeta, en este hecho histórico del mundo y tenemos que luchar contra el acto de olvidar. Que no desaparezca el mensaje, el recuerdo, lo que superamos. Que no dejemos de recordar lo que sentimos, lo que hicimos mágico y lo que fue trágico. Que, por volar hoy, no pensemos que somos las únicas que sabemos balancearnos en el aire. Porque nuestra misión es cambiar de color, es crear emoción, llegar al corazón y recordar que la caída de una hoja es sentir que se para el tiempo, crear gracia en el vuelo, no pensar en que acabaremos en el suelo, sino saber que nuestra belleza inspirará cuadros, fotos, retratos, toda una vida de recuerdos inspirados en lo que no queremos olvidar antes de la llegada de la nieve.
 

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