Los tesoros que tiramos

Ical
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El Museo Etnográfico de Castilla y León inaugura en su web un apartado de curiosidades impresas

El director del museo etnográfico de Castilla y León, Pepe Calvo y el responsable de Biblioteca y Comunicación, Emilio Ruiz Trueba. Foto: Ical

Aunque parte del público piensa que los museos son un mero homenaje a realidades inmutables, hace décadas que los centros museísticos modernos conciben la realidad de un modo vivo, mucho más allá del cuadro, la escultura, la joya, el resto arqueológico o la pieza de cualquier tipo, por mucho valor artístico y cultural que tenga.

Los museos relacionados con la ciencia y con la cultura popular marcan durante los últimos años una tendencia que ha sabido atraer de forma masiva a la gente al mostrar el conocimiento desde una óptica diferente, cercana y comprensible para el profano, lo que ha conllevado una profunda revisión del diseño, la gestión y la planificación que determina la corriente actual y futura.

El Museo Etnográfico de Castilla y León, con sede en Zamora, despliega una inusitada actividad que abarca desde la propia exposición permanente y las temporales hasta numerosos cursos, talleres, seminarios, jornadas divulgativas, conciertos y muestras que pueden ofrecer elevadas visiones globales o bajar al mínimo detalle.

En este contexto, la Biblioteca del MECyL acaba de abrir un apartado en su página web titulado “Gabinete de curiosidades impresas”, un sitio que pretende divulgar la gran cantidad de materiales de ese tipo incluido en sus fondos y que el término originario del griego “ephemera” define con exactitud. “Se trata de materiales impresos que no fueron pensados para durar, sino para tener vigencia durante un pequeño período de tiempo”, explica el director del Museo Etnográfico, Pepe Calvo. “Un anuncio publicitario, una carta, un cromo, un calendario, un catálogo, objetos que son considerados no-libros, se convierten en piezas maravillosas, no solo por ser peculiares, sino, sobre todo, por ayudar a entender mejor la realidad y la cultura de una época determinada”, añade.

De esta forma, multitud de objetos y papeles que terminan en la de basura o, en el mejor de los casos, en el contenedor de color azul, cobran en manos adecuadas un inusitado valor etnográfico al que el MECyL ha otorgado un lugar de privilegio en su página web.
El Gabinete de Curiosidades Impresas se nutre de “papeles que tocan el corazón”, según asegura Emilio Ruiz, bibliotecario del Museo y organizador de la iniciativa. “Son esos papeles que entran en la Biblioteca y que no queda claro cómo clasificarlos. Entran en la categoría de ephemera pero no hablamos tanto desde ese punto de vista técnico, sino desde la óptica de papeles que han formado parte del ciclo vital de las personas”, expone. “En la selección que hemos hecho, tenemos desde cartillas de racionamiento, con el sufrimiento que reflejan, hasta álbumes de David el gnomo, un personaje de dibujos animados que marcó a una generación”, añade.

Donaciones

Todo el Gabinete de Curiosidades Impresas está construido en torno a donaciones de los usuarios del Museo, quienes aportaron materiales casi imposibles de encontrar por otros cauces. “Son documentos que, prácticamente, no se podría llegar a ellos porque no se pueden comprar. La idea del Gabinete surge de algo tan sencillo como tener los ojos y los oídos bien abiertos y observar a nuestros usuarios cuando se les pone frente a frente con estos impresos humildes”, anota Ruiz Trueba.

Bajo el epígrafe “Colores de España”, el dibujo de una cabeza de mujer con la tez morena y multitud de flores en lugar de pelo inaugura una peculiar secuencia de carteles que la Dirección General de Turismo editó en la década de 1940 para popularizar la Semana Santa en Castilla -en la España preautonómica- o Santander como “la ciudad del verano.

“A pesar de esta línea continuista, formal y estéticamente hubo importantes diferencias respecto a los años anteriores, siendo quizá la más destacable el abandono o arrinconamiento del pictorialismo monumental que había prevalecido en el cartel turístico dando paso a una España más estereotipada, con profusión de trajes típicos, fiestas religiosas y temas castizos más propios del tipismo proveniente de una España pintoresca”, puntualiza Emilio Trueba en la explicación del apartado. “sí mismo, se consolidó también en esta etapa la venta de un turismo de un sol y playa que ya nunca nos ha abandonado”, agrega.

Dentro del aparatado “Jóvenes, cuidad la puerza”, destaca el título “Relaciones entre adolescentes”, un colorido dibujo muestra a una chica de apariencia plácida, junto a un chico que exhibe una mirada un tanto inquietante. Al lado, como ejemplos de la literatua represora y moralista, la portada de la segunda edición del libro “¿Es lícito bailar?”, de Carlos Salicrú; una octavilla en la que aparece una virgen rezando con la leyenda “Solemne protesta contra la moda indecente” y otra en la que se leen alarmantes sentencias ilustrativas de la época.

“No deben ser hijas de Maria las que visten trajes ceñidos o transparentes o tan escasos de tela que dejen al descubierto más de media pierna, contando desde la rodilla al suelo, o más de medio brazo o la más ligera parte del pecho o la espalda, sean de la edad que sean”, puede leerse, así como “las que van tomando el peligroso proceder de reunirse y pasear solas con personas de otro sexo que no sean padres, hermanos o maridos” o “las que van a playas en las que se bañan juntos hombres y mujeres”.

Una colección de almanaques, un ejemplar del célebre Calendario Zaragozano, calendarios deportivos, cromos de futbolistas de las décadas de 1940 y 1950, quinielas, dibujos y reglamentos. “Estos papelitos que vendían en los quioscos por 25 pesetas con las caras de los ciclistas de entonces, como pegatinas para poder jugar a las chapas. Eso se tiraba todo pero lo tenemos”, comenta Emilio Ruiz, en alusión a la sección denominada “¿Por qué los niños ya no llevan rodilleras en los pantalones?”

“Son cosas muy curiosas que informan de forma valiosísima. En Ciencias Sociales, hace décadas, unos estudiosos ingleses de la Escuela de Birmingham se dieron cuenta de que había mucha chicha en las cosas cotidianas. Fíate cuánto informa la publicidad, cuando en Zamora las familias estaban dejando de ser núcleos de producción para convertirse en núcleos de consumo”, rubrica el director del MECyL.

“La publicidad en España da mucho para reflexionar”, sentencia, sin olvidar el carácter eminentemente machista que exhibía, cuando una lavadora o una plancha tenían como destinataria exclusiva a la mujer.

El público de mayor edad se encontrará de sopetón con recuerdos no tan buenos y contemplará con el ceño fruncido las cartillas de racionamiento emitidas por la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes con los correspondientes cupones de legumbres y arroz, carne, grasas, ultramarinos y pan. “Sin la firma del titular o huella dactilar, si no sabe firmar, esta colección de cupones no es válida”, indica una de ellas.

“Las cartillas de racionamiento constituyeron un alivio vital pero también proyectaron hasta el infinito la proverbial picaresca española. Nació así el estraperlo, que sirvió para enriquecer a proveedores que, en muchos casos, ya eran ricos y sirvió también para que gente humilde hubiera de agudizar el ingenio y una pizca de maldad con el objetivo de alimentar a su familia”, explica, en alusión a borrar con miga de pan el sello recién estampado en el cupón para que otro familiar volviera a la cola, agricultores que recogían parte de la cosecha de noche para engañar a los inspectores, falsificar los cupones o comprar los puestos en la cola

El Gabinete de Curiosidades Impresas dedica también apartados sumamente ilustrativos del sentir de cada época a anuncios de vino, coñac, papel secante, goma arábiga, tinta, novenas y catequesis, marcapáginas para las bibliotecas de Misiones Pedagógicas. Asimismo, da un salto a la pretendida taumaturgia moderna, que vive de la credulidad de una sociedad que se dice informada, con una retahíla de octavillas que dejan en los buzones y los limpiaparabrisas con curanderos, videntes, futurólogos y maestros de vudú.

“Estos textos, en los que existe una clara jerarquía por tamaño de letra, se acompañan por una iconografía básica que viene a rellenar los pocos huecos que quedan en el papel, concentrada en ojos, velas, medias lunas, soliformes, alacranes, corazones, manos o estrellas, persiguiendo un claro efecto visual y consolidando el mensaje que se pretende transmitir”, detalla la explicación de la página web.

Primera película en 3D

Uno de los objetos más llamativos hace retroceder al usuario del MECyL hasta el año 1984, cuando se emitió en Televisión Española la primera película en 3D, concretamente, “Fort Ti”, dirigida por William Castle.

Para poder verla, era necesario tener unas gafas especiales que vendían en los quioscos y que llevaban anunciando varias semanas en televisión y que también tienen su sitio en la pagina web del Museo Etnográfico de Castilla y León.

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