María Ángeles Álvarez

Musgo sobre granito

María Ángeles Álvarez


Grullas que cruzan el horizonte

22/10/2020

Mientras preparaba el trabajo y los diseños florales para la campaña del día de todos los Santos, una grulla pasó por delante de la pradera. Empezaban a venir en migración otoñal desde mas de 4000 kilómetros a invernar en las orillas de los pantanos y ríos de Extremadura y la zona sur de Ávila. 
Siempre he visto a las grullas como un ave que nos dice mucho, su movimiento en el cielo. Parecen escribir con sus negras siluetas. Ya los griegos lo veían así y creían que fue el dios Hermes el que inventó la escritura al contemplar su vuelo sobre el cielo. Nos van contando un mensaje bastante acorde con estos días de finales de octubre que van cabalgando hasta los Santos, cada día mas cortos y oscuros, donde las cosechas se van terminando y el invierno se comienza a vislumbrar.
El tránsito a la otra vida ha sido descrito por las distintas religiones y tradiciones de manera muy diferente, aunque el elemento común de todas es el viaje, el comenzar una nueva existencia que da esperanza en medio de la vida y que aprieta en este mundo el sentido de perfección personal, de bondad y cuidado de los otros. 
Recuerdo como uno de los textos que mas me ha impresionado leer en mi vida, el libro de los muertos (1540 a.C./ 60 a.C.) mientras viajaba a bordo de un pequeño barco por el Nilo hace ya bastantes años. Lo que hay que hacer en ese momento del tránsito, lo que hay que ir preparando durante la vida, cómo explicar lo hecho y vivido, está contenido en un libro, que toma la forma de un largo pergamino, de unos 40 metros, con el que se enterraba a los muertos, momificados y con un escarabajo encima del pecho.
Toda la escritura jeroglífica parece como una manada de grullas que, desde su desciframiento, nos va contando muchísimas cosas, que no son sólo interesantes sino bellísimas, palabras llenas de poesía: Oh, vosotros, todos los dioses y todos los espíritus, preparad un camino para mi. Los egipcios creían que el difunto emprendía un viaje subterráneo desde el oeste hacia el este, como Re, el sol, que en su ocaso comienza otra vez a resucitar con la mañana. En su viaje llegaba el difunto a un laberinto, la Sala de la Doble Verdad ante un tribunal formado por 42 jueces y presidido por Osiris, y hacía una confesión negativa, en la que iba diciendo todas las malas acciones que no había cometido.
Las grullas avanzan estos días por un cielo muy sombrío, reflejo de tanta pesadumbre, tristeza y ansiedad. Esta pandemia nos está probando a todos de manera salvaje, a nivel personal mostrándonos nuestra fortaleza interior, la capacidad de empatía y amor hacia los demás; a nivel social, reforzando los lazos entre vecinos y compañeros de trabajo para poder salir adelante; a nivel nacional mostrándonos la cara y la capacidad de nuestros gobernantes y también a nivel mundial viendo cómo son nuevamente los países mas pobres los que mas van a sufrir toda esta locura vírica.
Llegará un día en que tengamos que reflexionar sobre nuestra actitud y entrega. Como decía nuestro santo Juan de la Cruz, al final de la vida, nos examinarán en el amor. Entraremos en otro espacio mas allá de la vida donde nuestros seres queridos nos esperan. Esto es lo que recordamos estos días, que el circulo no se cierra con la muerte sino que funciona como un espiral que nos empuja.
El signo que para mi explica este tránsito, es el circulo, como vemos ya en necrópolis tan antiguas como las del interior de la acrópolis de Micenas que excavó Heinrich Schliemann en 1876. Una estela de la tumba V ( 1600/1500 a.C) con círculos que se transforman en espirales sobre el bajorelieve del difunto caballero. Círculos que mueven el cielo como las grullas y que también mueven el camino de cada uno en esta vida, entrando todos en un espiral continuo que no para y nos libra, cuando así lo creemos, de la tristeza.
Por mi trabajo y familia he hecho muchas decoraciones para estas fiestas de los santos, mas allá de la costumbre hay algo mucho mas hondo y bello, la esperanza, el cariño y el amor, que sabemos por la fe que, al estar cerca de Dios en su presencia, son eternos. El momento de dolor y pérdida se irán poco a poco volando como las grullas sobre el cielo, sintiendo cómo la esperanza en nuestro interior funciona como una verdadera espiral de vida que nos une ya para siempre.