Editorial

La caída del desempleo, un balón de oxígeno para el Gobierno

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El triunfalismo económico que enarbola Pedro Sánchez ha encontrado una nueva coartada en la caída histórica del paro en un mes de noviembre, acompañada de un notable incremento de la afiliación a la Seguridad Social. Compareció el miércoles el presidente del Gobierno desde Egipto haciendo gala de su habitual optimismo, ignorando los indicadores de organismos internacionales que apuntan a una moderación en la previsión del crecimiento de España. Si en septiembre fue el Instituto Nacional de Estadística el que hacía saltar por los aires las estimaciones del Ejecutivo, esta semana, el informe bianual de la OCDE recortaba en 2,3 puntos el cálculo de Moncloa en torno al aumento del PIB de España para 2021, hasta dejarlo en el 4,5%. Al mismo tiempo, retrasaba la recuperación de los principales indicadores económicos a 2023, en el mejor de los casos.

Como es habitual por su carácter expansivo, tendente a contravenir la realidad, Pedro Sánchez fía el transitar de la economía a un mercado laboral pujante a pesar de los pesares, obviando aspectos claves como la inflación, los costes de producción de las empresas o la evolución de la propia pandemia y la incertidumbre que arroja en el horizonte más cercano. No obstante, hay que poner en valor la creación de empleo en un mes habitualmente de transición y que históricamente no suele arrojar cifras positivas. Con las 74.381 personas que abandonaron las listas del paro, ya son nueve meses de descenso continuado y una afiliación a la Seguridad Social que creció en 109.451 personas, hasta un total de 19.771.613, cifra que remite al periodo previo al comienzo de la pandemia. Si bien, el sector Servicios, la hostelería en particular, tira del empleo, también, aunque en menor medida, crecen las contrataciones en Industria y Construcción.

En la otra cara de la moneda, los datos de noviembre siguen arrojando una de las peores tasas de desempleo de Europa con 3.182.687 parados, niveles muy similares al mes de noviembre prepandémico si se restan los 126.000 trabajadores en ERTE con los que se maquillan las cifras. Otro aspecto a tener en cuenta es el paro juvenil, que se sitúa en torno al 30%, el peor índice del continente después de Grecia. Un factor al que hay que sumar la elevada temporalidad de los contratos a pesar de los 282.981 contratos fijos, la cifra más alta de la serie histórica, con los que cerró noviembre, el 14% de los 2.021.546 que se formalizaron. Datos que deberían llamar a una reflexión a los responsables de establecer las reglas del juego. Cabe preguntarse si es preciso una ruptura abrupta con el actual modelo laboral, tal como pretenden los sindicatos y el ala más radical del Gobierno excluyendo de sus planes a la patronal, parte decisiva en la creación de empleo.