Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


Ávila y las flechas amarillas en el camino de las estrellas

07/06/2021

Cuando hace apenas un par de semanas la provincia de Ávila se promocionó en FITUR con el sello del Camino de Santiago y el astroturismo, lo hizo al menos con una de las condiciones cumplidas, mérito de asociaciones e instituciones, el de marcar los caminos de las rutas jacobeas con flechas amarillas, algo que siempre agradecen los peregrinos. Así lo he vivido en una reciente experiencia, pues continuamos con distintas etapas nuestro Camino del Levante, ya con las bicis en Cebreros.

Fue justo al abrirnos el perímetro de la comunidad, cuando salimos desde Almorox dirección San Martín de Valdeiglesias, en una preciosa etapa que atraviesa los pinares de esta localidad toledana ligada al Lazarillo, para adentrarse en la Comunidad de Madrid, atravesando la colchonera finca de La Granjilla, por el camino de la Fuenfría. Se entra en esta villa madrileña tan ligada a nuestra provincia descendiendo un monte en el que se encuentra el célebre Jardín Encantado, un precioso parque botánico cuyos setos toman formas de curiosas esculturas, en medio de robles, encinas, pinos, tomillo, romero y un largo etcétera.

Desde allí, a la ermita del Cristo de la Sangre para dirigirnos a la parroquia de San Martín Obispo, una original iglesia inacabada en la que Laureano Arrogante nos dijo aquello de que “todo tiene fin, menos la iglesia de San Martín”, o que “se acabó antes el oro que el coro”. Todo generosidad en el camino. Desde aquí también mi agradecimiento a Javier, director de Cope Pinares, buen hospitalero.

La etapa de San Martín continúa a Cebreros, por la inexistente vía del ferrocarril que sí cuenta con estación, dado que aún se conservan los restos de aquella aventura de la línea Móstoles-Plasencia que quedó interrumpida en 1936. Dejando a un lado el Castillo de la Coracera, pese a la ausencia de flechas, con el Cerro de Guisando enfrente, nos dirigimos hacia la villa abulense. Cruzar el arroyo Tórtolas, en el que nos encontramos algún barbo, es una gran noticia, puesto que supone estar ya en la provincia de Ávila y comienza la señalización del camino como Dios manda. Desde allí, nos dirigimos hacia la Cañada Real para encontrarnos con tres puentes romanos de parada obligada: la Yedra, Santa Justa y Valsordo. En la roca, gracias a las señales de la Diputación Provincial, se identifican as inscripciones relacionadas con el paso del ganado.

Antes de llegar a Cebreros, el santuario de la Virgen de Valsordo y una última subida de dos kilómetros para toparnos con la Picota. Una vez guardadas las bicis, gracias a mi amigo José Luis, frente a la Iglesia de Santiago, tocaba cumplir con las viandas. Carne de la zona, en su punto y buena parrilla, con garnacha muy aceptable, en Casa Cebreros.

Seguiremos ruta en breve, afrontando con ganas Arrebatacapas, con llegada en San Bartolomé de Pinares y más adelante, Ávila. Cruces de caminos y de ilusiones de un Jacobeo con fuerte raíz castellana que ya se adentra en un verano que se promete peregrino.