Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Guerra de placas

17/10/2020

La España de los agradecimientos siempre llega tarde a sus citas. Como alguien dijo, enterramos de maravilla. Elogios y laudatios esconden los episodios oscuros. Todos los tenemos, en mayor o menor medida y es que como cara, todos tenemos un pasado. Lo malo son los pueblos, los gobiernos, los ayuntamientos, las diputaciones, etc., que quieren rescribir la historia. Ensalzar lo noble, no lo deplorable. Enjaezar méritos y esconder errores o tragedias.
De esto sabemos mucho un pueblo acostumbrado al guerracivilismo más estéril y torticero. Se erigen y se retiran estatuas y esculturas, placas y honoris causa o medallas de oro con tanta rapidez como se sigue sin abrir las fosas vergonzosas de la guerra civil y ofrecer un digno entierro a tantos y tantos que murieron y fueron asesinados en aquellos dos bandos donde la tercera España no fue siquiera posible, por mucho que hoy otros reivindiquen ésta.
El revanchismo es tan sectario como el ensalzamiento unísono y carente de meritocracia, salvo la adulación. Somos melifluos y mezquinos en ello. Nos va en el carácter adulador, costumbrista, falso y pelota, donde nos abrazamos a la aureola del poder en tanto el mismo se ostenta que no detenta. Detentar siempre tiene una connotación negativa. Pero el dictador murió en la cama no lo echaron. Y muchos recibieron honores, medallas, placas, reconocimientos y aplausos. Otros destierro, exilio, silencio, ostracismo, por no decir paseos. Pero no es algo pasado, ha sucedido siempre. Omnomástico. Omnomatopédico. Mientras se es poderoso y exitoso todo son flores. Al caer todo es silencio y espalda, anulación y oprobio. En esto el españolito es un campeón.
En Madrid por no ir más lejos no hace mucho se cambió buena parte del callejero asociado  a nombres de la dictadura o de la guerra, amén de esculturas o restos mortales. Ahora se retira una placa de Largo Caballero, el Lenin español, y en el horizonte apuntan el derribo o retiro por mejor decir de dos esculturas de éste y de Prieto en Nuevos Ministerios. Al menos la escondida escultura esquinada y llena de restos centrífugos de palomas de Eduardo Dato en el interior de los jardines la dejan en paz en semejante recinto.
El pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. Toynbee en estado puro. Nos avergonzamos de un pasado que o bien consentimos o bien por omisión no nos opusimos.
Hemos visto medallas de oro, placas, calles, plazas, esculturas de personas intachables hasta que se supo que eran corruptos o lo han permitido, incluso se han ido de nuestro país. Y es que España traga con todo. País corrupto, escaso de ética y donde la seguridad jurídica no es tan fuerte como se aventura. 
Particularmente me es irrelevante que erijan o retiren la estatua de Largo, si tengo que admirar a algún socialista de esa época, un nombre único y coherente y consecuente hasta el final, Julián Besteiro. Sí, busquen en el panacea del conocimiento inmediato que es hoy lo wikipédico.
Pues nadie está dispuesto ya a leer libros, ensayos o historia en estado puro. Nos hemos orillado en la esquina fácil, el revanchismo superfluo y relativo, pero no somos capaces de cerrar un relato único y definitivo de 1936 y de la II República y mientras no lo hagamos, nos equivocaremos una y otra vez.