Ester Bueno

Las múltiples imágenes

Ester Bueno


Los poetas malditos

20/01/2023

Se achaca a la política el ser una parcela de la actividad humana que en ocasiones tiende a generar favoritismos, a establecer grupos de poder y a encumbrar a aquellos que, eventualmente, sin tener demasiadas virtudes o sin ser brillantes, consiguen acceder a lugares de privilegio y deambular por la vida de manera fácil. Para ello, estos equilibristas del movimiento sinuoso, se posicionan, doblegando su voluntad a las de otros, sin apenas escrúpulos, para así asegurar su supervivencia en el sillón deseado, con todo lo que esto conlleva de falta de pudor y de cierta vergüenza para el que los contempla desde la distancia.

Pero no es éste el único ámbito en el que ocurren episodios de tal calado. Si entramos en el mundo de las artes también existen grupos que poseen cierto parecido con las empresas multinivel y que mercadean con la autoestima y el lícito afán de protagonismo de los autores, para ejercer pequeñas tiranías sobre ellos. Así, a cambio de los necesarios denarios de pleitesía y admiración tributados al más importante de la pirámide, es posible que los menos poderosos, "la plebe de las artes",  consiga un ápice de notoriedad. Léase el entrecomillado anterior como lo referido a poetas, pintores, u otros, que no han tenido ni el tiempo, ni la pericia, ni las tragaderas suficientes para escalar subrepticiamente en ese particular triángulo.

En la expresión "los poetas malditos" incluyo a los artistas de cualquier ámbito creador, y de ella excluyo la acepción referida por Verlaine en su ensayo sobre los seis rapsodas. Los poetas malditos actuales son los incomprendidos, a veces los apartados y siempre los que poseen un grado de honestidad elevado, con el que son capaces de negarse a entrar en una rueda perniciosa que, si bien les haría trepar por el asunto piramidal, les impediría seguir creando con la libertad necesaria y con la paz mental imprescindible.

Cuando de alguien se dice que "es o está maldito", lleva implícito que alguien le ha maldecido, no se trata de una expresión baladí, significa que el ser víctima de esta maldición se traducirá, en el caso de "los poetas", a ser relegados a puestos sin importancia, condenados al ostracismo o abandonados a su suerte. Esto no depende de la calidad de la obra, se puede tratar de un poeta excelso, alguien visionario, un creador de emociones de primer orden, pero que si no se pliega a los designios del líder de la punta del poliedro, queda excluido del sistema.

De manera habitual estos líderes son calculadores, aduladores, se mueven bien entre los de su clase y consiguen, a pesar de su mediocridad, alcanzar ese acomodo de privilegiados movimientos desde el que a veces reparten prebendas económicas o en forma de premios y laureles,  y en ciertas circunstancias se las apañan para ser ellos los galardonados, acumulando un currículum inflado pero que en realidad todo el mundo sabe de donde viene.  Los maldecidores de poetas no son relevantes en ningún ámbito del arte, aunque ellos creen que sí, y con esa idea de poder transcurren sus días de malos versos, gabardinas amplias y gomina.

En esta nueva era de redes sociales, de comunicaciones desaforadas, de tráfico de palabras desenfrenado, de prisas, de falta de dignidad en muchos ámbitos, hay que apostar por los poetas malditos, por los que en la soledad, con una música suave y a pasos leves, crean. Crean para sí mismos, para mejorar el mundo con su actitud, y crean para que otros puedan apreciar su arte fuera de los canales de los maldecidores. Crean en libertad, crean para la libertad. Porque el arte y la palabra no pueden quedar constreñidos, no deben estar atrapados en redes de tarántula donde lo que prima es la habilidad para hacer contactos y no la pericia para construir algo bello.

La gran pena de que existan los maldecidores de poetas es que, en un inmenso número de ocasiones,  grandes obras, grandes pensamientos, quedan olvidados, son sepultados por las artes denigrantes y los ripios alienantes y poco graciosos de los manejantes bien establecidos.

La esperanza es que, en otros casos, los poetas malditos consiguen romper los techos de cristal y su obra, fuera de las paredes de su casa, ilumina al mundo.

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