Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


El lado bueno de sentirnos mal

06/08/2021

Compruébalo, cada vez estamos más cerca de inundarnos la cabeza con la idea de “ser positivos”. Porque ser positivos parece que nos va a sacar del atolladero, nos va a llevar a una mejor vida. Así encontramos a gente incapaz gestionarse a sí misma, hasta que explotan.
Las malas emociones son como la lluvia, ni caen cuando queremos ni para de llover porque lo digamos. Y resistirte suele acabar en tormentas aún más fuertes. ¿Y cuando cae con fuerza, acaso no es mejor ponerse a cubierto o sacar un paraguas? La respuesta es que no, ahí uno debe salir a empaparse hasta los huesos, y vamos a explicar por qué.
La mente humana tiene dos lados, uno racional y otro irracional. Uno es consciente, sereno y sabe lo que somos en realidad, y el otro es automático e irreflexivo, carente de razones para mantener la calma. Durante una mala experiencia las dos están activas, y créeme cuando digo que le damos mucha más importancia al lado derrotista de la mente que a la que nos da razones para creer que todo esto nos es más que otra experiencia de la vida. Mucha parte de la depresión moderna se halla sujeta a la falsa creencia de que somos lo que nos pasa. 
Ser lo que nos pasa tiene su factura y sus intereses. Los buenos tiempos llegan tarde cuando esperamos que deje de llover, y sin embargo todos conocemos a personas que son capaces de seguir con sus vidas como si una especie de aceptación mágica les amparase mientras nosotros nos desmoronamos. ¿Cómo lo hacen? En las tormentas uno decide si deja que la lluvia llegue para limpiar o para aterrorizarnos. 
Resistir es nuestro peor error. No dejar que las emociones fluyan, que la ansiedad venga por donde ha venido hace que se forme un estanque de pirañas en forma de malos pensamientos. Cada mal pensamiento es acompañado de una de esas pirañas que en el momento de que intentemos razonar la situación real para eliminarlo, parece mordernos para quedarse allí instalada, en nuestra cabeza todo el día dando vueltas sin parar, hasta que al final de la jornada estamos exhaustos de tanto pensar y sentirnos mal.
La solución no es mágica aunque sí produce efectos que lo parecen. Caso omiso, es así de rotundo. Nos sentimos mal porque el jefe nos grita, o nuestra pareja ya no nos quiere, perfecto, no pasa nada, como dice el Psicólogo Rafael Santandreu «flotemos», esto es, hacer que nuestra vida continúe con nuestros quehaceres habituales y que la tormenta se quede sola, sin alimento y desaparezca cuando quiera. Da igual que nos mojemos, o que nos caiga granizo, nosotros a lo nuestro y si nos cae el chapuzón nos escurrimos.
Las neuras se forman al hacer justo lo contrario. Caemos al dar luz a los malos pensamientos que a su vez se transforman en sensaciones nauseabundas y de angustia. Un ciclo repetido forma el hábito que nos lleva a semanas y meses de tristeza. Por esta razón las personas tratan de ser siempre positivas, se resisten a dejarse mojar y pagan las consecuencias. El falso positivismo crea personas con emociones artificiales, temerosas de verse inmersas en los torbellinos que sí o sí vamos a experimentar varias veces a lo largo de la vida.
No se trata de dejarse arrastrar, es no resistirse, es aceptar que igual que vinieron se marcharán, y que de nosotros depende si durante ese tiempo vamos caer al suelo o vamos a seguir caminando como de costumbre.