José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


La memoria de los sesentones

29/01/2021

El fruto político de la convivencia, el resultado del pacto constituyente de la nación española para consolidar el Estado Social y Democrático de Derecho de nuestra Constitución de 1978, se manifiesta en estas palabras «Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del Reino y del Estado las peculiaridades regionales como expresión de la diversidad de los pueblos que constituyen la sagrada realidad de España. El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno de ellos en su cultura, en su historia y en su tradición.» Así figura y consta en el discurso de entronización del Rey, S.M. Don Juan Carlos I. El respeto de los distintos modos de entender la realidad histórica de España no puede olvidarse, y señalemos la presencia de un abulense capaz de señalarse por el camino de la convivencia en común, de la vida en paz, Don Adolfo Suárez. Son memorias para releer los sesentones y para no olvidar, ahora en que el paso de los años permite comprender ver más objetividad. 
La fuerza del pacto constituyente, las cláusulas políticas puestas en valores, derechos y obligaciones del compromiso por la convivencia en paz, en una sociedad de todos para todos, fueron avalados en la bolsa de la convivencia por todos los depositarios de la soberanía española y su riqueza, que nos pertenece a cada uno de los ciudadanos españoles. Esta garantía nos sirve como defensa de la riqueza y prestigio que nos merecemos entre nosotros mismos, entre las naciones libres, y en nuestra presencia natural y en nuestro espacio de convivencia europeo: con nuestra cultura greco-romana, cristiana y occidental. Así figura en la memoria de los sesentones que pudimos votar por el compromiso de la convivencia, de la vida en paz; y se votara a favor, o en contra, o en blanco, o con mensaje al escrutador, supuso el propósito de enmienda de no volver a caer en la oscuridad del enfrentamiento, la división, contra el terror y el horror de las opciones autoritarias, de todo signo. 
Hemos conocido la fuerza de la destrucción, el dolor del daño causado a Europa por las visiones tiránicas de una sociedad guiada por la doctrina del nacionalismo estalinista, asociado al nacional-socialismo, en una etapa de las naciones occidentales sumidas unidas en el viaje hacia el horror del fin de la historia de la libertad, y el dolor, lágrimas y devastación de nuestra cultura de siglos. Son capítulos escritos para la memoria de los sesentones y lecciones por transmitir a las nuevas generaciones educadas en la paz democrática que por halago de la fortuna hoy tienen, y las secuelas que conocieron nuestros padres y antepasados. Son lecciones que los sesentones debemos enseñar, para evitar que la historia se repita, como ocurre cuando se olvida y ante la falta de estudio de la historia vivida en tiempo real por las nuevas generaciones.
No conviene olvidar el esfuerzo del pacto constituyente del perdón mutuo por los errores del pasado, lo que supuso para entrar con todo el derecho político de la nación española en nuestro lugar de suma de soberanías, en nuestra ciudadanía nacional y europea en la historia reciente de Europa, en crónicas leídas en vida de tantos sesentones para transmitir: el compromiso por la convivencia posible; conviene que sean recordadas para que no se nos olviden; y aprovechar la ocasión para mirar por encima de las murallas de nuestros pequeño mundo, para contarlas.
Señaló el Presidente Suárez que la centralización estatal constituye un residuo de situaciones desfasadas por el progreso económico, social, tecnológico y jurídico-político. La cuestión regional es respuesta real a nuestra historia de convivencia como nación común en el encuentro a lo largo de los caminos recorridos en la historia de la formación de la nación española. Siempre es la presencia de la realidad política y de la memoria histórica, por el encuentro de una solución justa, como señalan los grandes historiadores de la España que heredamos de generación tras generación. La transición para el encuentro nos devolvió nuestra presencia en la historia común por respetar y hacer, como señalaba Julián en “la devolución de España”, como gran filósofo político y defensor de de una verdadera democracia, sin enfrentamientos. Para memoria de sesentones, nuestra constitución encontró el sistema de autogobiernos regionales, de autonomías políticas, como luz para no tropezar por el difícil camino de la intransigencia, en una nación cuya soberanía es exclusiva de cada uno de los españoles. Una Constitución, avanzada, quizás la más progresista y garantista del mundo democrático, la más audaz, según señaló nuestro primer Presidente socialista de la nación española en la historia de la Constitución de 1978, Don Felipe González. Para memoria de los sesentones que tengan un tanto abandonada la lectura de cómo nos fue en los años del 1978 en adelante.
Son estas etapas sociales del recogimiento; de las crisis económica, social, sanitaria, en que sigue vigente la presencia de la vida por vivir y su respeto social, en los momentos de las distancias y corresponsabilidad en pandemias; de seguir adelante, en la ayuda para llegar a fin de mes en familia, gastos, facturas, y compromiso social desde el más encumbrado al más normal, en la decencia de una vida por vivir y defender, como emanación de la voluntad de toda la Nación Española. Opción política destinada a «consolidar un Estado de Derecho» y «proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones», según reza el Preámbulo: Sesentones, a leer y enseñar a los jóvenes.