Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Mirada. Otras. Y vida

26/12/2022

Nada me haría más feliz. Porque contarme. Contarte. Hablar sin decir nada pero con mucho detrás, es una de las mejores cosas de mi vida. He mirado mi vida al revés, sentada al fondo de la cocina, desde arriba, desde abajo, imaginando y aventurando mil historias alternativas a mi presente. El mismo sábado me fui a pasear por las calles que transitaba hace más de diez años, a mirar la casa donde viví en plano contrapicado, descubrir que mi memoria sigue siendo mi mayor don y mi peor condena, y compré en tiendas de siempre cosas que tenía que renovar porque lo viejo se ha perdido. Y los ojos se inundaban de lágrimas, pero no conseguí llorar. No sé qué sentí. Puede que fuese una amalgama de nostalgia, melancolía, tristeza, si es que esas cosas son distinguibles. Pero también, sorpresivamente, alegría y esperanza. Viendo mis pasos seguir otro sendero de baldosas amarillas y atisbar el final en el que me encontraría hoy, no me gusta tanto como el que tengo ahora. Que no se acerca ni un poco a lo que realmente podría haber pensado, si hubiera pensado, porque vivo mi vida sin guion, a pesar de muchos y en contra de pocos. Normalmente queremos estar siempre en otro lugar, pero hoy, yo, ya no. Hoy estoy donde quiero estar, sin saber que quiero estar. No es que haya encontrado mi sitio. Pero de momento es el sitio.
Y no solo yo imagino vidas posibles. Los que ven mi avatares diarios también elucubran sobre la ajenidad. De forma fortuita una persona me contó cómo pensaba que era mi cotidianeidad. Emparejada, con mis hijitos, y dejando en casa al otro-que-no-yo con mis pequetes mientras yo disfruto de mis dos horas (si no es Avatar 2) en mi sala preferida. La del cine. Le expliqué someramente y todo cobró «más» sentido. La verdad es que sería genial que esto sucediese. No en mi vida. En mi vida eso ya no va a pasar. No por derrotismo, si no por realidad. Pero pienso y no conozco a ninguna mujer que haga tal cosa para nada. Por ningún asunto que no sea de extrema urgencia o de vital importancia. Y no por machismo. Sino por ácido desoxirribonucleico. Ya sabes que no soy una feminista de la igualdad, si no de la diferencia. Yo, ni soy un hombre, ni quiero ser un hombre.  Somos seres humanos, todos diferentes, todos iguales. Y aunque suene algo retrógrado, a nivel psicológico hombres y mujeres no somos iguales. No nos tomamos las cosas de la misma manera, y en cuanto a la paternidad y la maternidad hay diferencias abismales. El sentimiento de culpabilidad es ampliamente diferente en los progenitores. Ibone Olza, médica psiquiatra y activista por los derechos de los bebés y las madres, te lo explica más largo y mejor que yo. No estoy conforme con todo lo que dice, pero tampoco lo estoy con lo que digo yo pasado un tiempo.
Espero que desde la bañera, o desde las cuerdas de la ropa, o desde el tobogán del revés hayas visto tu vida con los ojos de otra persona y si hay algo que no te gusta te mando energía para que puedas encontrar la vía para cambiarlo, y si has visto que, como yo, estás donde quieres sin quererlo, tengas esa media sonrisa de aprobación en tu cara.  
Brindo por nosotras, por ti, por nosotros, por mí, por la familia, la alegría y nos deseo un año 23 cargado de vida.