El Estado, en las sociedades democráticas occidentales que hacen de su Constitución la norma suprema para engrandecer su continuidad en la historia real entre las naciones avanzadas, como hemos decidido vivir y en nuestra Patria común: apuntes para recordar la importancia y valor de garantizar su continuidad, que es la nuestra, la Gran Nación Española, que no necesita de ninguna doctrina que fomente la riña entre las opciones democráticas que han decidido seguir por los caminos de la Nación española, de todos.
El Estado Constitucional lo es de todos, sin cuotas de soberanía que no recoge la historia que hemos decidido sumar y vivir, en siglos de antepasados y al amparo de una Ley fundamental de la convivencia, porque la soberanía es indivisible, y reside en exclusiva en todos, en el conjunto del pueblo español. Cuando olvidamos nuestra historia real, de lo bueno y de lo malo, puede surgir el gran hermano de la verdad oficial, de la mano del olvido de los apuntes, del descuido y desmemoria de lo que se debía tener presente, se deja de repasar nuestra presencia entre las grandes naciones occidentales, y no podemos perder nuestra fuerza social, ni nuestra historia, culturas y presencia para seguir con el compromiso social y político de garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución, y de las leyes conforme, a un orden social justo. 
La acción política tiene un compromiso con la Nación, y con la consolidación del Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Los apuntes políticos, en la suma de suma de opciones y opiniones políticas ajustadas al juramento, promesa y sentido común de la convivencia; sin volver a los horrores doctrinarios autoritarios del pasado, condenados por la historia y por el Parlamento Europeo, que también son parte de nuestra historia en casa y europea. En una etapa digital, veloz en la sucesión de generaciones mejor formadas, tenemos toda la información política y legal a nuestro, alcance en la redes y web, para ayudar a cuantos tengan interés es estas materias y para seguir con la suma de opiniones y opciones políticas en una democracia real. 
Nuestra Constitución, nuestra Nación, acoge a las Comunidades Autónomas y sus estatutos como parte integrante del ordenamiento estatal, del Estado, de forma que el pacto constituyente por la convivencia sirve de acogida en la casa común, en la lealtad constitucional, y de la convención democrática de todos para todos. Como leen, el papel soporta todo, pero la historia de la convivencia no es fácil si no se respeta la igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones en todo nuestro Estado, en  la historia real sin censuras.
Lo que no está mal para comprender que La Nación española, como comunidad, es titular de todo el ordenamiento constitucional, del poder constituyente, y el vínculo político que nos legitima en la vida al amparo Constitucional, defiende la convivencia de opciones en suma de riqueza ciudadana; y el Estado aporta la forma jurídico-política de nuestra real presencia social, y cultural, de nuestra Nación, nuestro Estado Social y Democrático de Derecho, y nuestra forma política como Monarquía Parlamentaria.
La suma de opiniones políticas y sociales al amparo constituyente y constitucional de cada día: a) debe respetar nuestra presencia y valor entre las naciones occidentales de nuestra cultura, a la que pertenecemos con nuestra ciudadanía en Derecho, española y Europea, como resumen de nuestra historia real y no oficializada por turnos ni historias, para poder presumir con y de lo nuestro; b) que la convivencia debe servir de riqueza en debates positivos, y no de discusión excluyente del derecho de hablar y opinar, en libertad, igualdad y respeto de las reglas del juego democrático y plural; c) con una formación cultural y buena información, y no para reñirse con ninguna persona en hazañas de las de hispánico pique: resentimiento, desazón o disgusto ocasionado de una disputa u otra cosa semejante (diccionario de la RAE), que no faltan; d) añadan y sumen su aportación a estos apuntes, para el respeto, confluencia de opiniones en suma de criterios y cumplir con el compromiso político y social de la proclamación de los derechos, libertades, deberes y obligaciones sociales; de verdad de la buena y no de discurso, en la propiedad soberana de todo nuestro territorio, sin dejar a ninguno en exclusión social ni marginación. Su opinión tiene valor y peso soberano, en este repaso.