Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Valores: la fuerza que provoca el cambio

04/07/2020

Todos necesitamos una trama de valores, unos principios que resulten inquebrantables de acuerdo a los cuales consagrarnos. La capacidad para tomar nuestras propias elecciones penden de la fuerza con la que hayamos establecido estos valores y principios.
    La tardanza y la indecisión en averiguar qué es aquello que se valora implica en las personas un rechazo continuado de muchas de sus potencialidades internas por considerarlas inútiles, ridículas o peligrosas, desperdiciando su energía en adaptarse a los valores del mundo en lugar de enriquecer al mundo con los suyos propios. Quienes apuestan por el sentido común y la mesura viven en realidad controlados por leyes ajenas a sus deseos.
Al igual que ocurre con el éxito, todo fracaso es interno, es decir, de igual forma que sentimos orgullo al llegar a la meta a través de nuestro esfuerzo, fracasamos en cuanto culpamos a sombras ajenas al morir por el camino. Fallamos al no valorar lo suficiente lo conseguido, al no expresar gratitud por la lucha contra la adversidad y crear nuestra identidad a través de las victorias ignorando las lecciones que subyacen en las derrotas. El ser humano necesita conocerse a sí mismo si espera dar lo mejor y solo conseguirá dar lo mejor que tiene si abandona la autoprotección y acepta las experiencias por lo que son, y no por lo que espera de ellas.
Los valores conllevan riesgo, esa es la verdad de quien se ha atrevido a vivir bajo sus propias reglas. Cuesta mucho llegar a ese nivel, pero, al fin y al cabo, si nosotros podemos crear un problema también deberíamos poder solucionarlo, ¿cómo?, dejando que sean nuestros valores los que decidan qué es lo que hay que hacer y preparándonos para el camino por donde nos lleven. Un valor no es nada hasta que alguien decide darle un sentido, introducirlo en su vida y llevarlo a la práctica y aceptándolo cueste lo que cueste. Eso es lo que nos hace a las personas inquebrantables.
-Las cosas no cambian; somos nosotros los que cambiamos–. Henry David Thoreau
Pensemos en los momentos de mayor impacto en nuestras vidas, ¿no llegaron a caso como consecuencia de una decisión basada en un principio  que poseíamos con fuerza? Cuando derribamos el muro que separa las acciones arrastradas por factores ajenos de las que se hayan impulsadas por inclinaciones propias, aumenta de inmediato el compromiso por establecer leyes mayores y aferrarse a ellas a sabiendas del placer que supone ser fiel a uno mismo.
Los valores no se regalan, ni se compran, son parte de nuestra alma y del deseo de progresar. Cuanto mayor sea ese deseo más nos acercaremos a lo que realmente valoramos de la vida y más libres nos sentiremos para ser verdaderos y extraordinarios, más preparados para sacar lo mejor que llevamos dentro.