Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Un pino muerto por Navidad

23/12/2021

Me da mucha rabia cuando días atrás contemplé en algunas televisiones la "plantada" de un gran árbol en diversos emplazamientos o lugares emblemáticos del mundo, incluido el que han colocado en el Vaticano en la Plaza de San Pedro, aunque a pesar de que según comentan provenga de una Gestión Sostenible Certificada. Es el abeto número cuarenta desde que iniciaron en 1982 esta lamentable tradición, talando un hermoso abeto para situarlo allí.

Resulta paradójico o al menos a mi me lo parece, cómo algunos celebran la navidad, que es un nacimiento por excelencia para los cristianos, matando un espectacular ejemplar y habiendo destruido en todos estos años prácticamente un pequeño bosque.

Hace algunas décadas esto era también tradicional en nuestras tierras y en muchos pueblos y ciudades (incluida la nuestra) desde que se importó esta costumbre nórdica de usurpar a los bosques los ejemplares más notables y hermosos para que acabaran como seres adornados e inertes en las plazas públicas. Por suerte y como norma general se ha evolucionado mucho y actualmente se opta por adornar árboles vivos situados en puntos neurálgicos, porque precisamente no son árboles lo que nos sobra en nuestro país, aunque a algunos les resulten incluso molestos.

Personalmente prefiero la tradición del Belén, no por el hecho religioso en sí, sino porque estimula la imaginación de niños y mayores y ofrece la oportunidad de una colaboración y sintonía planificando el terreno, colocando las figuras, viendo dónde es mejor situar el portal, desde qué montaña nacerá el río, o en qué lugar colocaremos el cagón para que se le vea bien el trasero.

Si tenemos mucho empeño por incluir también un árbol navideño, una posible opción es utilizar el poco natural y sintético hecho de plástico y metal, que aunque tiene también su huella de carbono en la fabricación, si es de calidad al menos podremos reutilizarlo durante muchos años.

Otra buena idea navideña muy recomendable es adquirir en un centro de jardinería, vivero, o punto de venta habitual un pino o abeto vivo, en maceta y bien enraizado para que una vez transcurridas estas fiestas pueda ser plantado en un lugar público o privado. Muchos bosques nuevos podrían crearse con esta alternativa.

Eso sí, al comprar un abeto en maceta hay que tener mucho cuidado con la picaresca de los que nos venden árboles como enraizados cuando realmente no lo son, colocados en un minúsculo tiesto sin apenas raíces y en el que si te descuidas no cabe casi ni el tronco y con la poca tierra que contiene totalmente seca, algo que garantizará la muerte segura del ejemplar por mucho cuidado que tengamos con él.

Incluso en el caso de tener un buen cepellón y que haya crecido realmente en el tiesto en el que viene, las posibilidades de supervivencia para después de reyes no son muchas y su arraigo en tierra es complicado, a no ser que tengamos algunas precauciones como son el no situarlo cerca de los radiadores de la calefacción y regarlo de vez en cuando si vemos que la tierra se seca.

Y después de Reyes… a crear nuevos bosques una vez retirados los adornos.

Ya que hablamos de pinos, en muchas de las rutas que realizo por la provincia abulense, existen numerosos bosques de este tipo en los que he comprobado cómo se talan árboles para su uso maderable, y los restos que no sirven como tal se dejan ahí en el terreno y no se recogen, fomentando un suelo altamente inflamable y que con la mínima chispa va a arder como la gasolina, como suele decirse.

Haría falta un mayor cuidado y sensibilidad tanto en la corta, extracción y limpieza de esos restos, en los lugares mencionados. Algo que generalmente brilla por su ausencia.

Feliz Navidad. Feliz bosque nuevo.

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