David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


¿Dónde están los muros?

19/04/2023

En un inglés extraño, le pedía hace poco un turista del este a un policía local abulense, que sería del oeste de la ciudad, supongo, si había algo «interesting» por aquí para visitar. «The Walls, the Walls», se esforzaba el agente haciéndose entender. El inocente turista miró el traductor del móvil y leyó algo como «paredes o muros». ¿Por qué serán importantes las paredes en Ávila? No sabemos si el eslavo encontró con estas indicaciones las murallas para hacerse un apresurado selfie o sencillamente se estampó contra el muro de un convento. Desinformaciones hay en todas partes. En Milán un grupo de jóvenes españoles se quedaban sentados en la plaza del Duomo mirando el móvil y haciendo unos tiktoks supuestamente graciosos. Habían visto la catedral por fuera y ya se quedaban por allí a echar la tarde. Ya habían visto todo, decían. Al mismo tiempo, la demanda de guías turísticos, de los oficiales o de los extraoficiales, free free, free not free, está en aumento, como una demanda ansiosa de ubicación en el lugar, una brújula para quien ande perdido en el desierto.
Será el mejor año, con toda seguridad. Y si tienes un hotel, un restaurante, eres guía turístico o regentas un establecimiento que depende del turismo, y este no es tu año, mejor será que bajes la persiana y pongas el cartel de se traspasa. La cesta de la compra será imposible, el comercio tradicional no vende un calcetín, pero nadie está dispuesto a renunciar a esa corta escapada por aquí y por allá. Viajar es un recorrido de ida y vuelta, dos reels en Instagram, una pose repetida y diez estados de WhatsApp. Y a programar el siguiente: ¿Dubai? ¿Motril? ¿Granada? ¿Helsinki? ¿Caravaca? ¿Bali? Todo vale lo mismo. Es un efecto boomerang de la pandemia que genera una ansiedad viajera de corto o largo recorrido. Uno observa a estos visitantes, los escucha y cada vez cuesta más distinguir el grano de la paja. 
Es imposible hoy en día caer en el elitismo del viajero. No podemos ser Lord Byron en el siglo XIX porque este mundo ya no es el de los viajeros decimonónicos, con sus estudios y sus guías voluminosas de papel biblia. A pesar de las masas, creo que esta democratización del viaje, con vuelos de bajo coste, permanentes ofertas y chiquillería Erasmus tiene un ligero saldo positivo pues todo deja un cierto poso. 2023 será el año de los viajes. Sólo cabría pedir un poco más de individualismo, un poco más de altura histórica y artística, unos cuantos libros en la maleta y la ecuación sería perfecta. Quizá pido mucho.
Regreso de un nuevo viaje con mi alumnado de la Fundación Ávila. De la antigua Mediolanum, hoy Milán, al territorio mágico y secreto del controvertido D´Annunzio y la Ferrara de Lucrecia Borgia. El propio Ayuntamiento de Ferrara recibió, agradecido, a este grupo de lectores y curiosos. Según dijo la prensa local «procedíamos de la joya medieval española». No es poco halago. Ha sido un grupo y un viaje de altura, con un curso, unas lecturas y un intenso trabajo previo. Para mi esa es la idea del viaje. Mucho más que el propio destino.