Esta tarde, siguiendo la tradición, con el pregón de fiestas y el chupinazo se dará inicio oficial a las Fiestas de Santa Teresa de 2022. Pocas ciudades pueden presumir de tener como Patrona a una Santa que, además de ser ciudadana de honor de la ciudad, es conocida, leída y venerada internacionalmente. No sólo como mística y santa, sino como una gran maestra de humanidad. 
Este año su fiesta viene revestida de toda una serie de celebraciones que, sin duda, potencian aun más su importancia y trascendencia. Ayer, 6 de octubre, se conmemoraba el centenario de la proclamación de Santa Teresa como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. Un acontecimiento que, sin duda, incidió muy positivamente en su reconocimiento como la primera mujer Doctora Universal de la Iglesia en 1970. A ello hay que añadir el reconocimiento de la Iglesia de la Santa como Basílica Menor y el hecho de que estamos ya dentro del Año Jubilar Teresiano, dado que el próximo año su fiesta caerá en domingo.
Todo ello le da un carácter peculiar al chupinazo de apertura de las fiestas de este año, que en gran medida se prolongará a lo largo de 12 meses más, y en los que no faltarán actividades de diversa índole que acompañarán nuestro caminar en el tiempo. Y que pueden ayudarnos a vivir en otra dinámica más alegre y comprometida.
Con este marco celebrativo era evidente por donde debería ir el contenido de esta columna de hoy, con la que se inicia un nuevo año de colaboración con nuestro Diario de Ávila. Queriendo aportar algo de positividad en medio de la realidad histórica concreta que nos acompaña, me surgían espontaneas esas palabras tan acertadas de Teresa a sus monjas  en el capitulo 29 del Libro de las Fundaciones: «Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor… ¡Oh hijas mías, que en todo va mucho, como no sea ir adelante!». 
Creo que, si Teresa pudiera darnos el pregón de las fiestas, comenzaría y concluiría su intervención con ese «slogan»: procuren ir comenzando siempre de bien en mejor. Palabras que expresan muy bien cómo Teresa se lanzó a recorrer caminos y ciudades.
No son palabras de una mujer ingenua, sino de alguien que conocía muy bien la realidad de su tiempo, al que ella definió como un «mundo que está en llamas». Es decir, tras ese mensaje positivo no se esconde la negación de la realidad difícil y a veces cruel del momento histórico. Somos conscientes de que estamos saliendo de una pandemia que nos ha condicionado tanto la vida en estos últimos dos años; también vivimos con preocupación la guerra absurda de Ucrania y las múltiples consecuencias negativas que ello nos está acarreando; y otras muchas situaciones complicadas e injustas que amenazan la posibilidad de mirar hoy al mundo con ojos positivos y esperanzadores.
Teresa no nos invita a negar la realidad, sino a posicionarnos de manera positiva frente a ella, asumiendo lo que cada uno puede aportar, sin dejarse condicionar por los acontecimientos. Comenzar de bien en mejor es hacerse conscientes de que ,si somos capaces de celebrar y hacer fiesta, es decir, de llenar nuestro tiempo de alegría, esa alegría no debe quedarse solo en meras celebraciones externas, sino que nos ha de ayudar a seguir construyendo desde lo que vemos que es posible. Al fin y al cabo, los grandes cambios son el fruto de los pequeños gestos, del empeño por hacer lo que cada uno tiene al alcance de su mano para potenciar lo bueno y positivo. 
El chupinazo de esta tarde puede ser una invitación a ese comenzar de bien en mejor. Las fiestas pueden favorecer en nosotros un estado de ánimo positivo, incitándonos a no dejar oscurecer el horizonte de nuestras vidas por las dificultades que nos amenazan. Solo así nuestras fiestas, más allá de las diversas posibilidades de ocio, entretenimiento y celebración, pueden ser un alimento eficaz para ayudarnos a ir a mejor. 
Y tener como Patrona a una mujer fuerte como Teresa, que supo sacar siempre lo mejor de sí, a pesar de los tiempos, a pesar de la discriminación, a pesar de sus propias enfermedades, …, nos puede ayudar a seguir su ejemplo, aprendiendo a sobreponernos frente a todo lo que amenaza nuestra alegría.