Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


La gorra y las cenizas de Boni, casi 20 años en Sanchorreja

30/05/2022

"Estate tranquilo. No importa que sientas frío en el alma. Debes estar tranquilo, y dormir…" Estos versos de Blas de Otero, del poema Yo entre álamos y ríos, sonaban tal día como mañana hará 19 años en Sanchorreja, donde había nacido Bonifacio Martín, agente del Cuerpo Nacional de Policía asesinado en Sangüesa por la banda terrorista ETA.

A Boni, como le conocían en el pueblo, le mataron junto a otro compañero, Julián. Ambos eran agentes que se desplazaban periódicamente a los ayuntamientos a renovar los DNI de los vecinos. De no haber sido por este crimen, este funcionario hoy estaría jubilado y, con 75 años, descansaría en este municipio de la Sierra de Ávila, alternando estancias con Pamplona, donde se había casado y tenía dos hijas. Ahora,… seguramente, también nietos.

Una vida truncada, los sueños de toda una familia que reposan con sus cenizas y la gorra del uniforme del agente en el cementerio del pueblo. Casi veinte años son muchos, los suficientes para traer al recuerdo lo que nunca debemos olvidar: en este país, hace no tanto, unos asesinos mataban indiscriminadamente. Muchos de sus crímenes no han sido resueltos, casi 400, y algunos de estos asesinos siguen siendo recibidos como héroes, habiéndose sentado incluso en los escaños de algún parlamento.

Hace unas semanas, la Audiencia Nacional admitía a trámite una querella de Dignidad y Justicia por este atentado, en el que se identificaba a sus dos asesinos, pero también se señalaba a toda la cúpula de ETA como autores intelectuales. Eran los años del titadine; la banda estaba acorralada y sembraba el terror con un atentado cada diez días.

Aunque la quiten de listas de movimientos terroristas, aunque los jóvenes no sepan quién era Miguel Ángel Blanco, ETA sigue viva, por mucho que algunos se empeñen en que debemos pasar página. No todos sus pistoleros están entre rejas y sus compinches y chivatos se sientan en el Congreso, incluso pactando con un PSOE irreconocible, el mismo que hace 19 años no se plantearía haber llegado tan lejos con estos sinvergüenzas.

Cuando cualquiera de estos días vean a la chunga del Congreso, la tal Aizpurúa, con su cara de mala, la impulsora de la contrarreforma laboral, clave para que el Gobierno pudiera sacar adelante las medidas económicas a raíz del decreto de la Guerra de Ucrania, condicionar al Ejecutivo de coalición, recuerden que fue condenada a prisión por enaltecimiento del terrorismo y gracias a quien, parafraseando a Blas de Otero, no siente frío en el alma y no debería estar tranquilo y dormir, ahora también forma parte de la Comisión de Secretos Oficiales del Parlamento.

A mí me tocó cubrir para la radio el entierro de Boni, no olvidaré las más de mil personas en Sanchorreja; los acordes de La muerte no es el final de la banda de la Policía Nacional. Casi 20 años después, sus cenizas y su gorra reposan en un nicho. No olvidemos su historia, su ejemplo, y distingamos entre demócratas y comparsas de asesinos. Ni él ni otras casi 1000 víctimas de ETA nos lo perdonarían.