José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Unidad europea

02/09/2022

Nuestra voluntad democrática se cobija y vive constitucionalmente en un mismo territorio común a todos los ciudadanos soberanos españoles, de forma que nos identificamos dentro de casa con nuestro Estado de las Autonomías y como Nación española unidad política dentro del mundo mundial, tal y como nuestra Constitución nos da a conocer entre las naciones libres y democracias avanzadas, siendo nuestra tarjeta de identidad política tal y como se nos identifica, y se nos reconoce, en la geopolítica mundial. 
Nuestro lugar en la historia presente lo es dentro del espacio de convivencia y herencia en suma de culturas, imbricadas como las tejas del edificio que ampara y protege nuestras culturas regionales, nuestra historia en la comunidad de naciones de herencia greco-cristiana, en nuestra común cultura occidental, en unidad con la Comunidad de Naciones Europeas y democráticas. En la unidad que ha sido sumando culturas a lo largo de siglos en la forja de la defensa de las libertades, reconocimiento de derechos y obligaciones, en los valores de las sociedades avanzadas: lean nuestra Constitución, para ir alimentado el fuego del consenso constituyente, que sigue dando luz y calor a la convivencia con la suma de todas las culturas occidentales avanzadas, para evitar que los totalitarios de turno nos cambien la vestimenta de ciudadanos libres por otra cosa.
Los logros de la convivencia entre las naciones de nuestra cultura occidental, y europea,  no son meras palabras en un texto fundacional, ni líneas escritas en el mar de los deseos. La historia nos coloca en el lugar que nos pertenece y corresponde, en la unidad nacional que nos identifica y sin remedio en la historia real, la que es y no la que se imaginan preclaros vates de obras poéticas o adivinos de un porvenir: una presencia real en la cultura y política europeas, en la unidad de suma de culturas que han superado las correas de los tiranos.
Los hechos de la realidad nos vienen contando las crónicas de las guerras actuales: a) del poder territorial, de ambiciones de recursos y dinero; b) del desprecio de los valores económicos y humanos que enriquecen la vida de las familias; la repetición de los tiempos de hierro por el dominio de las naciones libres, obligadas al pago de sus libertades como la suma reclamada por el poder totalitario económico y político, que en estas cosas no hay tonterías de programa político; c) contamos con las lecciones de los ciclos, de la historia real, que nos repite la lección del horror de las tiranías autoritarias cuando los valores democráticos y su defensa reclaman la unión de las naciones libres para conseguir vivir en paz; d) sumen su opinión, la de los que vivimos en una sociedad de todos para todos, sin necesidad de invasiones por parte de nadie que pueda jorobar y desequilibrar nuestro modo de vida en democracia, para seguir con esta experiencia de nación española en patria común e indivisible, que va funcionando contra la ruina de los enfrentamientos pasados, y llegar a fin de mes en sueldo y familia y trabajo.
No son meras palabras ni líneas de opinión en los telediarios y prensa de cada día, ni programas políticos justificables cuando las libertades, y hasta la vida, carecen de valor. Cuando las armas y el terror se convierten en programa político, cuando llega el desprecio del principio del derecho a la vida y de la libertad de las naciones libres, no hay amparo ideológico ni político, ni social, de quienes justifican romper la unidad de las naciones libres haciendo del horror y por el terror necesidad de rendición, fragmentación y destrucción de las naciones libres; y condición de los ciudadanos que puedan serlo con derechos, o apátridas.
La historia de las naciones europeas se mide por sus tiempos, por sus guerras y por el valor y superación de todos los pueblos y naciones que hemos decidido acogernos a la historia común que nos pertenece, unión de naciones en la historia pasada, la de hoy y por hacer, como hemos decidido en mayoría que lo sea en respeto de las libertades y derechos de los ciudadanos libres, sin muros de la vergüenza ideológica, ni idiomática, ni ciudadana, ni económica, y conseguir que no se olvide ni toda la historia, ni las secuelas de toda ideología autoritaria y tiránica, que la Unión Europea ya está curada de espantos. 
Tenemos un patrimonio histórico, de culturas europeas, hemos decidido sumar nuestra historia real a la riqueza común europea, con sus reglas de actuación económica, representación política en suma de ciudadanos libres, entre naciones que tenemos una historia común, compatible, unidos en la diversidad y riqueza, por hacer realidad la comunidad de naciones que deseamos para las nuevas generaciones. En tiempos de guerra y secuelas económicas, es cuando se valora la importancia del espacio común europeo, de la unidad y la necesidad de superar las ambiciones ideológicas sin brújula excluyentes la ciudadanía europea, en el mundo de las naciones occidentales, y seguir sumando nuestra cultura española a las naciones cultas y respetuosas con derechos las libertades ciudadanas.