Pilar Iglesias

Pilar y sus cosas

Pilar Iglesias


Viajar. Volar. Y buena compañía

11/04/2022

Una de las cosas que no sabía que me gusta y que descubrí por obligación es viajar. Viajar y que me regalen flores. Pero eso lo dejaré para Sant Jordi. Agradezco infinito a mis padres el haberme obligado a ir con ellos cuando, en plena adolescencia rebelde, solo quería quedarme en tierra. De mi época de estudiante, la primera, me arrepiento de no haberme atrevido a irme de Erasmus. Miedo. Ansiedad. Siempre me han dicho que se me daba fatal el inglés y a dónde vas a ir que mejor estés. Pues me hubiera ido a Alemania o a Grecia o a Escocia. Pero no se puede volver atrás en el tiempo, aunque ahora literalmente lo estoy haciendo. Te escribo a 11275 m de altura, a una velocidad de casi 800km/h y recuperando la hora que me quitaron.
Mi trabajo me ha posibilitado un viaje que no olvidaré. Viajar ensancha el espíritu y te hace respirar más. He podido abrazar el pie ficticio de un pensador real, oler el mar que un día olió y reconocer mi ignorancia infinita ante nuestra cultura más originaria. He tomado café. Y comido platos típicos de allá. Y del otro allá también porque soy doña antojos y acabé en una hamburguesería que se llama Tarantino. Era prescriptivo ir. Había otro sitio llamado Bruce Willis pero vamos a dejar que se recupere.
Hacía bastante tiempo que no volaba. Desde aproximadamente mayo de 2013. Era dos por uno. En una compañía que no debería embarcar a embarazadas con pituitarias finas y algo de mala leche de sobra. No acabó en tragedia pero por mi contención.
Y es que la compañía es esencial. En ambos sentidos. Con la que vuelas y con quien vuelas. Caminaban tres comandantes (creo) por el aeropuerto de Barajas (creo) y solo el uniforme ya impone. Levantar estas aeronaves me ha parecido siempre un milagro, si los científicos de bien me permiten usar este término. Mi hermano me dice que entender la física para despegar es muy sencillo. Ya. Sí. Claro. Lo será para él que construye cosas físicas inmensas. Yo me encuentro más en el lado de la metafísica y ahí los sistemas, cuando echas a volar, echan humo. No lo cuestiono (raro) solo me doy coscorrones contra la ventanilla hermética intentando comprender cómo esos motores y esas enormes alas pueden mantenernos en el aire. Que al final todo es cuestión de aire y saber manejarlo, como le dice Trevor a Diana y por eso (SPOILER ALERT) en la segunda entrega vuela. O Morbius (no voy a decir nada más). Uno de los sueños del ser humano es conquistar el cielo. Paracaidismo, puenting, ala delta, túnel del viento, globo y muchos más de nombre impronunciable y temor en la razón. Y es que el ser humano siempre anhela conquistar territorios ignotos e inaccesibles, pero sin olvidar el castigo de los dioses a Prometeo.
Te decía que la compañía es esencial. A veces es obligada. A veces es casualidad. A veces te equivocas. A veces te cuestionas cómo eres. Y a veces vuelves con amigas eternas. Estar sola también es una opción. Mejor cuando la eliges. Pero compartir es salud. Y un viaje en buena compañía es doble viaje. No tiene por qué estar a tu lado. Puede que esté a 3300 kilómetros y una hora de diferencia. Pero compartir, hoy, de forma inmediata recuerdos futuros es muy divertido. Y traer «pongos» y ver las caras de los agasajados es más divertido aún. Ya los he entregado todos. Menos uno.
En breve te llegará una carta.