Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


¡Hasta luego, don José María!

08/08/2022

Raro es el obispo que pasa últimamente mas de cuatro o cinco años en Ávila. Esta ciudad siempre ha sido el trampolín para dar el salto un poco mas allá, también para los políticos; aquí pasan el aprendizaje del oficio, y se van; como don Enrique Pla y Deniel, que de Ávila pasó a Salamanca, y de allí a Toledo, como arzobispo y cardenal primado de España. Otro obispo, poco conocido, incluso por los abulenses, pese a su extensa biografía de obispo progresista y liberal, mal visto entonces por el Régimen, fue don Maximino Romero de Lema, que después de ser obispo auxiliar de Madrid, se le concedió por Pablo VI, la Diócesis de Ávila, como lugar tranquilo y poco conflictivo, cuando Franco ponía los candidatos o el veto al que no le gustaba, como fue este caso, que le privó del nombramiento para Santiago de Compostela, e incluso maniobras para no ser nombrado cardenal;  y al que yo conocí en la inauguración y bendición de la nueva iglesia de Villanueva de Gómez. Por eso pasó de Ávila a Roma, siendo un miembro destacado de la curia vaticana. Por estar todavía vivo y vivaz, no podemos olvidar a Don Antonio Cañizares Llovera, ordenado obispo en Ávila, fundador de la Universidad Católica Santa Teresa, que de aquí pasó a Granada, y de Granada a Toledo, arzobispo y cardenal. Primado, siendo últimamente arzobispo de Valencia, su tierra natal, y donde de vez en cuando surgen noticias protagonizadas por él. Aquí vivió con su madre, y alguna temporada con un hermano aparejador, que falleció, por lo que varios abulenses pudimos acompañarle en los funerales celebrados en Utiel, muy cerca de Valencia, de donde era natural, con una iglesia impresionante, como una catedral. Estamos de nuevo con Don José María Gil Tamayo que, de obispo de Ávila, pasa a serlo como arzobispo de Granada, y solo Dios sabe si seguirá esa ruta ya conocida por los obispos abulenses.
La estancia de Don José María ha sido breve en Ávila, y no exenta de acontecimientos dolorosos para él. El día de su ordenación en la catedral del Salvador, un familiar que asiste al acto, fallece en la nave central, primeros bancos lado de la epístola, reservado a los familiares, puyes el otro lado era para las autoridades. Durante media hora, y estando cuerpo en tierra según el rito de ordenación don José María, se paralizó el acto, atendiendo al familiar en el sitio por los servicios sanitarios, y dándole la extremaunción nuestro anterior obispo y vecino actual, mas joven que nunca, con sus paseos y su boina, Don Jesús García Burillo, que no pudieron hacer nada por salvar su vida. Y se va de Ávila con otro fallecimiento, la de su madre, que vivía aquí, y que dado su estado de salud no pensaba moverla, aunque él se fuera a Granada, por lo que seguiría vinculado de algún modo a la ciudad, que le cuesta abandonar. Y entre medias, la COVID que le atacó fuerte, debiendo estar hospitalizado algún tiempo; y recordemos esa parálisis del brazo derecho, cuando pedía disculpas en los actos litúrgicos por aquellos movimientos que nos resultaban extraños. Pese a su corto tiempo de pontificado, ha resuelto al parecer de modo positivo, sobre todo en la enseñanza, creando la 'Fundación para la Educación de la Diocesis de Ávila, Obispo Santos Moro Briz', que aúna a todos los centros educativos dependientes del obispado, los colegios Asunción de Ntra. Señora, Pablo VI, y formación Profesional Juan XXIII, de la Serrada; así como el Colegio Mayor Tomas Luis de Victoria, en Salamanca. No se toca nada del funcionamiento actual pedagógico y formativo, aunque si la seguridad jurídica que de otro modo carecía; y además estando abierta a la integración futura de otros centros de enseñanza concertada en la Diocesis, y la Universidad Católica. También un traspaso de la titularidad, otra garantía jurídica, de la Universidad Católica Santa Teresa, que pasa a ser de Las Cruzadas de Santa María, aunque el Gran Canciller sigue siendo el Obispo de Ávila. Son movimientos fundamentales para la continuidad de la labor de la iglesia en materia de enseñanza, ante un futuro incierto, dependientes de los aires políticos. 
Este artículo no trata de hacer un balance de gestión, sino decir simplemente, al estilo castellano, no un adiós, que suena a despedida para siempre, sino un ¡hasta luego don José María!