Francisco Javier Sancho Fermín

De bien en mejor

Francisco Javier Sancho Fermín


Celebrar el amor

12/02/2021

Dentro de un par de días celebraremos la fiesta de San Valentín, también conocido en nuestra tierra como el día de los enamorados. En otras latitudes, concretamente en varios países de Latinoamérica, la fiesta adquiere un matiz mucho más amplio para denominarse el día de la amistad. Ya sea en una u otra perspectiva, lo cierto es que esta celebración nos invita a poner el acento en algo que es inherente y necesario a la vida y felicidad del ser humano: el amor.
Para muchos pasa como un día sin importancia, posiblemente porque la mentalidad consumista que nos invade se ha apropiado de la fiesta como una oportunidad única para hacer negocio. O porque se considera que el amor no es algo de un día, sino algo para celebrar cada día de la existencia. Pero más allá de esa vertiente, la celebración como tal es una oportunidad para reconsiderar la importancia que tiene el amor en nuestras vidas. Sabemos que la familia es la célula germinal y fundamental de los pueblos. Pero no la familia entendida simplemente como institución, sino como el espacio natural para crecer en el amor. 
¿Qué sería de nuestro mundo sin el amor? Aún en medio de tantas injusticias, desdichas y sufrimientos, sin el sostén del amor, ¿hacia dónde caminaríamos? La energía que verdaderamente sustenta a la humanidad es esta. La única que ha sido capaz de superar y vencer a lo largo de toda la historia las grandes sombras, crisis y vergüenzas que salpican el devenir de los tiempos. 
El amor concreto y real, no simplemente el ideal romántico (aunque también se hace necesario), ha construido y forjado la vida y la posibilidad de ser feliz. El amor es el sustento básico y fundamental de la existencia humana, sin el cual la vida fácilmente pierde su sentido o se pervierte. El amor es el hogar necesario y deseable para el buen desarrollo de toda persona humana.
Quizás sea un momento para darnos cuenta de la importancia que el amor ha tenido y tiene en nuestra vida concreta: la familia, los amigos, la pareja, … todos, de una u otra manera, son referentes sin los cuales resulta difícil comprender la propia vida. Incluso las carencias, las heridas más profundas, de una u otra manera están ligadas al amor o desamor. Tomar conciencia de todo lo que nos aporta el sabernos amados, es un ejercicio que tendríamos que hacer de vez en cuando. Ello nos llevaría a vivir con gratitud, y nos ayudaría a valorar aún más a todas esas personas que gratuitamente nos regalan su amor. 
Y el amor, más allá de la emoción de sentirnos bien, que nos lleva a llorar la ausencia, que saca de nosotros la energía capaz de esfuerzos sobrehumanos y de los mayores sacrificios, que suscita en nosotros la capacidad de vencer el egoísmo, es, al fin y al cabo, nuestro mejor y más seguro patrimonio. 
Posiblemente las limitaciones impuestas por esta situación de pandemia hayan despertado en nosotros los deseos de cuidar más y mejor a las personas amadas, valorando y potenciando los detalles y atenciones. Y que solo el amor universal, abierto a una fraternidad incluyente, es lo que puede regenerar nuestra humanidad hacia la posibilidad de un mundo más justo, más solidario, más humano. Todo lo que entregamos en el amor y por el amor, es lo que llena de color nuestras vidas, y por lo que siempre estaremos presentes en el corazón de los demás.