Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Vacaciones de maestra

09/07/2022

El 30 de junio caminaba muy ufana en dirección a mi casa. Hacía horas que había salido de trabajar, había comido con mis amigos y luego habíamos pasado la tarde tranquilamente en una terraza. Era jueves y, al día siguiente, podría disponer del tiempo para mi, empleándolo en lo que más me apeteciera. Era una sensación fantástica. Saber que los próximos 62 días que tenía por delante podría dedicarme solo a disfrutar. Entonces, puede que por primera vez, me di cuenta de la suerte que supone pertenecer a ese grupo que disfruta las tan comentadas vacaciones de los docentes. Quizá pueda parecer extraño que haya tardado más de una década en darme cuenta, pero así fue. La revelación ocurrió frente al puente de la estación y me ha acompañado desde entonces, dejando paso a todo tipo de reflexiones sobre los privilegios que implica este largo periodo de descanso.
Mi siguiente pensamiento se dirigió al tiempo, a lo maravilloso que es cerrar ciclo: cada curso escolar es distinto y completo. Puede que se expanda un poco más con los ciclos, dos años para el mismo curso, pero puedes hacer balance individual de cómo ha sido el año, qué has conseguido, qué no, qué puedes mejorar y qué hay que cambiar, sabiendo que, en general, no quedan asuntos pendientes y que tienes una nueva oportunidad pasados los dos meses de rigor. No te vas de vacaciones sabiendo que has dejado cosas pendientes para la vuelta, tienes la certeza de que comienzas de nuevo. Hacer balance es una actividad francamente útil, pues sirve para muchas cosas. En ocasiones puede enrocarte en un solo detalle, que está claro que es el que te hará cambiar, pero también te sirve para ver los aciertos. Este ha sido un curso bueno. Hemos recuperado muchas de las cosas que la pandemia nos quitó, hemos vuelto a disfrutar de la vida escolar, hemos jugado, reído, vuelto a salir de excursión. En definitiva, hemos compartido, que es la esencia de la vida y esto formaba parte de mis pensamientos de cuan privilegiada soy por tener el oficio que tengo.
Pero he de confesarles que la realidad es que no he estado de vacaciones desde la semana anterior. El lunes me fui a un encuentro de docentes de una red a la que pertenece mi colegio. Durante una semana nos reunimos para exponer las nuevas ideas que hemos llevado a cabo, decidir qué temas trataremos el próximo curso y, sobre todo, compartir: para poner en común nuestras actividades pero también para ver que todos vivimos la misma realidad educativa y que nos afectan los mismos problemas, encontrando en estos foros una comunicación real que te aporta mucho a nivel laboral y personal. También aprovecho el verano para formarme y leer sobre nuevas didácticas y pedagogías, pues la nuestra es una profesión que cambia constantemente y, como tantas otras, requiere un reciclaje continuo. Tener un periodo de descanso tan completo nos permite poder hacer estas cosas en un entorno relajado que favorece más la asimilación de estos contenidos. Además son muchas las becas que surgen y las instituciones que promueven cursos. Esto también lo considero una gran ventaja de mis citadas vacaciones.
A veces, cuando miro a mi alrededor, veo que el trabajo no se valora como se hacía antes. Cada vez más parece una actividad que se lleva a cabo por su reporte económico. Trabajar para vivir. Como tantas otras cosas en la vida está perdiendo su significado y su valor para la sociedad. Se hace lo justo y necesario para poder salir adelante. Seguramente la precariedad que la mayoría compartimos tenga que ver, pero también es la decadencia de la humanidad en la que estamos sumidos. Para mi el trabajo no es solo una actividad económica: tiene valor en si misma, aporta beneficios a mi vida, a nivel social, para mi cabeza y para mi espíritu. Disfruto con ello. Y, aunque soy feliz cuando llegan las vacaciones y aprovecho al máximo mis periodos de descanso, las perspectivas de futuro contribuyen a ese bienestar. Supongo que esto es lo que tienen los oficios cuando son vocacionales. Y hasta aquí mi última columna de este curso, ahora procedo a meterme de lleno en mis vacaciones de maestra.

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