Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Comienza el año

03/01/2023

La cuesta de enero ya está aquí, pero antes tienen que venir los Reyes Magos cargados con los deseos hechos realidad. Decir que el año que hay por delante está echado puede parecer una previsión excesiva, pero si se tiene en cuenta la marcha de la situación económica (los próximos días se irán dando a conocer los datos y estadísticas de como fue el pasado año), junto con el hecho de ser año electoral (comicios locales y generales) no es muy osado aventurar que poco o nada interesante, ni decisivo para el avance abulense se va a producir. Siendo año de elecciones esto significa mucha tensión.

Los aspirantes municipales no van a querer, de aquí a mayo, tomar decisiones que puedan comprometer su elección o ser demasiado arriesgadas ( al margen de las limitaciones impuestas por la ley electoral) y tras estos comicios, con el verano de por medio, todo se va a dejar para un último trimestre donde las elecciones generales tomaran el protagonismo y con ello una segunda parálisis que puede extenderse hasta casi la semana santa del año siguiente, también en función de como queden los resultados para la gobernabilidad (repeticiones electorales ya hemos tenido).

Ante este escenario el índice que confianza empresarial – viene siendo negativo- se va a acentuar lo que va a significar que las decisiones de inversión en sus diferentes -ámbitos se van a retrasar cuando menos hasta ver como quedan conformados cada ayuntamiento o región. La incertidumbre sobre quienes dirijan los destinos políticos para los cuatro próximos años en cada uno de los niveles territoriales supone un parón que en el caso de Ávila es aún más preocupante dada su patente debilidad de su tejido productivo, que además depende en grandísima medida de una contratación pública cuyos procedimientos – salvo urgente necesidad- también se van paralizar.

Este escenario de inestabilidad, que desde ya se va a producir, para una economía como la abulense – de las últimas en el ranking nacional y castellano-leonés- y que aún no había alcanzado los datos previos a la pandemia (tampoco se había recuperado íntegramente desde la crisis del boom inmobiliario) va a significar otro frenazo más en la imprescindible dinamización de sus tejidos productivos y con ello alargar preocupantemente sus datos de empleabilidad y poblacionales.

Un modelo económico abulense que se activa en abril y se desactiva en octubre gracias a la receta de siempre (un turismo distante en cifras de los potenciales competidores, preponderadamente nacional con creciente y limitada capacidad de gasto) va a ver como en esos meses se van a concentrar unas decisiones electorales de futuro que ante la actual coyuntura pueden calificarse como más esenciales de lo que hasta ahora venían siendo, pues no en vano recuperar el tiempo perdido y el que ahora se va a acumular parece obligado.

La atmósfera y el ambiente de las próximas veinte semanas podría pensarse que no se corresponde con el de una Capital entregada a los festejos y que a tenor de las obras publicas – de ornato en su mayoría- proyectadas, de inminente inicio y cuyo único propósito deliberadamente buscado es hacerlas coincidir con el proceso electoral, y no tanto por la necesidad de mejorar los datos microeconómicos de una ciudad que deambula social, cultural y económicamente. Los abulenses cuatro años después van a tener la palabra. Entre parones y arrancadas deberán ser escrupulosos en lo que vayan a depositar en sus peculiares urnas para otros cuatro años más.