Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Adorar al Niño que ha nacido ya…

04/01/2023

Siempre por estas fechas cuando van pasando las Navidades y el Año Nuevo, cuando ya el calendario llega al final de las fiestas navideñas, tenemos ahí otro día entrañable que continúa y completa este ciclo, y sobre todo cuando hay gente menuda en nuestro entorno, es la conmemoración de aquel pasaje apócrifo, pero bellísimo, de los Reyes Magos adorando al Niño Dios y ofreciéndole sus presentes. Es de una larga tradición que evolucionó a lo largo de los tiempos hasta llegar a hoy, en medio mundo, en esta sociedad tan influenciable con extranjerismos, que amenazan esta tradición tan nuestra. 
Verán amigos lectores, estaba yo con mis resobrinos, los más pequeños, intentando explicar lo que era un Rey Mago, en definitiva los tres Reyes Magos de Oriente de nuestras navidades, cuando después de darlo muchas vueltas, intentando racionalizar el relato de esta tradición tan entrañable y fantástica, cuando por arte de magia, y nunca mejor dicho, y por obra de otro mago de la vida cotidiana y modera, el jodío Google. 
Otro de mis sobrinos, algo más mayor, buscando el razonamiento y datos de estos personajes, cuando de repente apareció un cuarto Rey Mago… ¡para qué más…! Como decimos castizamente:  «si éramos pocos… etc». 
Y me dijo el nombre de ese hipotético Rey Mago: Artabán. Y dicen las leyendas que se perdió por el camino y por eso no pudo llegar a Belén, loque tuve que explicar a mis sobrinos para no contradecir la tradición... Una historia o cuento de Navidad que allá por 1896 escribió Henry van Dyke Es una variante más de las muchas que rodean esta tradición. También está lo que representaban, los colores, de su piel según los continentes y mundos conocidos entonces, sus edades y sus fisonomías cambiantes, intentando representar el orbe, hasta que se fijó en nuestros tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar.
Esta historia yo la recuerdo siempre que visito la pintura románica de Sata María de Arévalo, que no tiene rey negro porque fue incorporado después en la iconografía de las manifestaciones artísticas sobre este tema.
Y estuvimos viendo imágenes de Colonia, en cuya catedral está la tumba de los Reyes Magos en un magnífico edificio gótico y una preciosa urna románica, unas reliquias muy buscadas y llevadas a Italia para su veneración. Luego pasarían a Colonia y fueron con sus numerosos peregrinos que las buscaban, el motor de aquella ciudad. Y todo, creo yo, para afianzar con cosas tangibles esta historia que tanto llama la atención de los peques y tantas incertidumbres causa a los que entran es una primera «edad del pavo». Pero yo soy defensor de nuestra tradición y de su permanencia porque despierta ternuras, y une a tantos niños que a lo largo de la historia hemos amado a nuestros Reyes Magos, y uno de ellos era el favorito, era «nuestro Rey».
En realidad, ellos son la gran representación de todas las gentes del mundo que buscan la revelación, que siguen el rastro de los signos sin cesar y sin abandonar la búsqueda, con constancia, esa búsqueda de la verdad, del permanente ideal del hombre, de la promesa de Dios. 
Un relato este de hoy que yo no quería repetir, como todos los años es obligado por estas fechas, pero unos pensamientos me llevaron al convencimiento que repetir cosas que nos puedan hacer pensar, nunca está de más, y al contrario, son momentos en los que podemos dar rienda suelta a muchos de nuestros sentimientos e ilusiones de niño, esos que están muy escondidos o casi olvidados. Pero no, siempre quedan ahí unos recoldos en lo más íntimo.
Cuando escribo estas líneas ya queda poco para su llegada, para que vean en la cabalgata a nuestros niños y a los grandes por nuestras calles, y saludarlos en la Plaza del Real, esa noche mágica que se repite cada año, cada vez que hay un niño con la ilusión puesta en estos personajes de la noche de la ilusión… ahí estarán presentes nuestros Reyes Magos de Oriente.
Y estoy escribiendo mi carta particular, ilusionada, aunque no pido para mí casi nada, que en realidad tengo más de lo que necesito, pero sí quiero pedir para mi ciudad algunas cosas que son la ilusión y la necesidad de muchos conciudadanos. 
Que nuestros campos sigan siendo un generoso sostén de muchas de nuestras gentes. Que nuestras industrias, comercio y otras actividades sigan siendo motor de la ciudad. Que no falte trabajo para nuestros jóvenes, En definitiva, que se cumplan muchas expectativas. ¡Felices Reyes!