Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


Más que 50 años, un regalo de música a la vida

08/05/2023

Desde niño, he sentido cierta fijación con uno de los grandes personajes de esta tierra que se iba haciendo presente en distintos momentos de la vida, el de Tomás Luis de Victoria. El abulense es quien da nombre al conservatorio de Ávila, al antiguo cine del Colegio Diocesano, al colegio mayor abulense en Salamanca y al Coro de la Universidad Pontificia. Cuatro pilares de algunos paisanos que hace dos fines de semana recibimos el inmenso regalo de poder volver a cantar con otros muchos integrantes de todas las generaciones que han formado parte de las cuerdas de esta gran formación, nacida en 1973. 
Los amantes de la polifonía renacentista religiosa dicen que Ávila podría ser equiparable a Salzburgo, en la medida de haber sido la cuna del más grande, como Mozart lo fue del clasicismo. En nuestra tierra, la música del Padre Victoria ha sido interpretada por el coro salmantino y universal en citas a las que no faltábamos nunca, como los conciertos de Semana Santa de la Catedral, o la Semana Polifónica de Arévalo, por poner algunos ejemplos. Y entonar su «Ave María» en los muros del primer templo, el mismo que pudo hacer coincidir al gran polifonista, siendo entonces niño cantor, con santa Teresa de Ávila, es algo que imprime carácter. 
No olvidaré uno de estos conciertos, con don Vito a la batuta, en medio de una heladora catedral en pleno mes de marzo, con un buen repertorio de motetes y música religiosa, todo bajo los preceptos de González Montes, que no dejaba colar un leve matiz profano.
La Pontificia tenía entonces rector abulense, Sánchez Caro; el santo y seña de su Facultad de Teología, don Olegario, ya emérito, también lo es; como el rector del Teologado, José Luis Retana, hoy obispo de la Diócesis y gran canciller, como también eran abulenses, su predecesor en la mitra, Carlos López, y en la universidad, Ricardo Blázquez. Siempre nos unía esa gran figura, Tomás Luis de Victoria, al igual que otro de los grandes nexos es Fray Luis, quien antes de morir en Madrigal escribía aquello de: «El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas cuando suena, la música extremada, …». 
Hace poco más de una semana, bajo las bóvedas de la Catedral Nueva de Salamanca y en esta ocasión dirigidos por Paco Udaondo, cantábamos el Requiem de Mozart celebrando los 50 años del coro. Así, de memoria, me salen en torno a unos veinte exmiembros pontificios de origen abulense. Algunos allí estuvimos y sabíamos que nos íbamos a emocionar y así fue, porque poníamos voz a lo que nos decía el corazón y teníamos la inmensa fortuna de estar acompañados de nuestros padres, amigos y familiares que eran testigos de haber podido compartir dos aniversarios redondos, como los 25 y 50 años. 
Cantar en un coro es querer esforzarse por conseguir uniformidad en cada una de las cuerdas, es aportar un pequeño grano de arena por la belleza de una armonía que permite elevar la mirada y hacer pensar a un mundo que se mueve demasiado rápido. Es contribuir a la amistad y al recuerdo de tantas vivencias en los mejores años de nuestra vida, la etapa universitaria. Por eso, hoy este Valtravieso no podía permanecer ajeno a los 350 integrantes del Coro Tomás Luis de Victoria que pusimos nuestro empeño en llevar el nombre de un gran paisano y personaje ilustre por todo el mundo, con la esperanza de poder celebrar también los 75 años de una gran familia. Canticorum Iubilo!