Domingo del Prado

Los lunes de Domingo

Domingo del Prado


Romance de los espías

02/05/2022

En esta humilde columna
que hago cada quince días,
anonadado les cuento
las impactantes noticias
de los asuntos de estado
de nuestra Hispania querida.
El asunto del que se habla,
con polémica incluida,
es el lío que se ha formado
a causa de unos espías
que a lomos de un gran Pegasus
espiaban por la esquina
del nordeste de la Hispania,
para averiguar qué hacían
y qué tramaban allí
unos presuntos golpistas
que para La Catalonia
la «Inde Pendencia» pedían
—así que eran «pendencieros»,
dicho de forma más fina—.

Monumental lío montose
y polémica gordísima,
de padre y muy señor mío,
—y madre y señora mía,
que no quiero dejar fuera
el lenguaje feminista,
por eso yo aquí lo escribo
en esa lengua inclusiva,
para que lo entiendan todos
los niños, niñes y niñas—.
Los y las de Yunts-Per-Cat
—o cosa muy parecida—,
los de La Cup y Errecé
y otras mentes muy lucidas,
de forma harto inexplicable,
y de manera muy cínica
pidieron explicaciones
a la señora ministra,
que es más fuerte que dos Robles
y se llama Mar Garita.
Montó en cólera El Rufián,
que por muy poco se excita,
y en discurso acalorado
soltó varias diatribas
quejándose del tal palo
en medio de las costillas:
—¡Qué metedura de pata
y que ofensa tan gravísima
echa con nocturnidad
y con vil alevosía
por esos del Cé Neí,
que está atestado de espías!
Mientras El Rufián protesta,
el buen Chenique se irrita,
y doña ilustre Bella Harra,
en discurso pacifista,
intenta poner remedio,
a la guerra putinísima,
pidiendo alegre la paz
con palabras muy bonitas.
El buen Yunqueras se entera
de tales graves pesquisas
y rasga sus vestiduras
y hace aspavientos, y grita,
mientras Pere Eldearagón
no se reprime su ira,
y a Pisdelmónt, en su Bélgica,
le da un ataque de risa
y exclama en francés flamenco:
—Aunque a todos nos espían,
a mí, que soy el más listo,
ni espiándome me pillan…
Rufián sigue protestando
y el Chenique: —¡Quita, quita!
Y también protestan fuerte
las de Podemos Unidas:
—Es cosa de la derecha.
—No hay derecho, que dimita,
—¡Eso, eso, que dimita
la ministra Margarita!
—Que la expulse Pere Sánchez
y la eche de su pandilla,
y que abandone ipso facto
el Conejo de Ministras
—perdón por la grave errata,
que no ha sido culpa mía…—
Doña Ione dice fú
y dice fá Margarita,
y Sánchez, ni fu ni fa,
no dice esta boca es mía,
y quédase bien callado,
porque ni niega, ni afirma,
y así no podrán decirle
que mete muchas mentiras…
Entretanto, en el Congreso,
doña Mery Chel, muy lista,
aumenta la «Comisión
de Secretos y otras Cuitas»
con nuevos miembros y miembras,
sesudos comisionistas
que husmean en los secretos
del Estado… ¡Vaya pifia!
Pues con tan inexplicable
e inesperada medida,
es como poner al zorro
a cuidar de las gallinas.
Y aquí pregúntome yo,
a ver si alguien me lo explica:
¿Es que no puede el Estado
mirar cómo se cocina
en los fuegos catalanes
la sopa independentista?

Y mientras, el pueblo llano,
más se arruina cada día,
pues todo sube que sube
sin límite ni medida…
Y en las Batuecas y en Babia
sigue la casta política…
¡Dios no pille confesados!
¡Por Dios, la que se avecina!