Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


¿Qué hemos hecho para merecer esto?

30/04/2022

No es de extrañar que la provincia de Ávila, a pesar del pequeñísimo aumento en los años 2019 y 2020 con setecientas ochenta y un habitantes más, vaya perdiendo población a medida que transcurren los días. El año pasado, según el Padrón Continuo que publicó el Instituto Nacional de Estadística, fueron novecientas ochenta y tres personas las que nos dejaron. Algunas fallecidas a causa del Coronavirus y otras porque la abandonaron en busca de poblaciones donde pueden desarrollar un futuro que les permite vivir y trabajar, a la vez que con escasas esperanzas de regresar a la tierra que los vio nacer y donde ellos quisieran quedarse. Especialmente los jóvenes, quienes, después de marchar a estudiar una carrera universitaria fuera de nuestras fronteras, tienen muy difícil encontrar aquí un trabajo acorde a lo estudiado y que quieren ejercer. Ávila, en 2021, tuvo un descenso de habitantes superior a la media del resto de provincias de la poco a poco vaciada Castilla y León, cuyo padrón bajó en 13.075 personas. 
En gran parte esta «huida» de abulenses y de castellanos y leoneses de la Comunidad sucede por las escasas posibilidades laborales que se ofrecen y que, por lo que parece desde hace mucho tiempo, nada les preocupa a los políticos de las distintas Administraciones. Sí se les llena la boca, en los momentos que les interesa, de lanzar propuestas y proyectos, para luchar contra la despoblación, pero, a la hora de la verdad, todo queda en el «si te he visto no me acuerdo». Una vez que han accedido al escaño o cargo que sea, su disposición se centra en asegurarse un futuro personal durante varios años –algunos bastantes– y en los intereses que tienen los partidos que representan, olvidándose de las promesas que hicieron a la ciudadanía y les sirvieron para estar donde se encuentran ahora. 
Un olvido que para Ávila continúa siendo perjudicial después de las elecciones, sacadas de la manga por el señor Mañueco con argumentos no creíbles y esperando iba a arrasar. Ha formado nuevo gobierno del PP, esta vez en coalición con VOX, pero ni él ni su vicepresidente, Gallardo, se han acordado de algún político provincial para que estuviera al frente de cualquiera de las diez Consejerías que conforman el ejecutivo regional. Hay representantes de siete de las nueve provincias de la Comunidad –algunos con partida doble– pero Segovia y Ávila quedaron fuera. De nuestra provincia ha repescado a dos políticos, Jesús García Cruces, para Viceconsejero de Sanidad, y José Francisco Hernández Herrero, que vuelve de delegado de la Junta, puesto al que renunció para presentarse a las elecciones. No sabemos si habrá alguno más. ¿Somos menos los segovianos y abulenses que el resto? Para el presidente de la Junta sí, ya que lleva parecido mal camino que su antecesor, Juan Vicente Herrera.
Ávila, desafortunadamente, continúa siendo la «cenicienta» para el gobierno regional. También para el de España, da lo mismo su color político, a pesar de las oportunidades que hemos tenido de avanzar si los «cuneros» que salieron de aquí se hubieran interesado lo más mínimo por la provincia que les arropó. Por parte del PSOE, tuvimos un senador, José Federico de Carvajal, que pronto olvidó nuestras verdaderas necesidades, y una diputada, Margarita Robles, quien, si mostró disposición a lograr beneficios para Ávila, pero tuvo que renunciar a su escaño para centrase solo en el Ministerio. Mejores oportunidades, pero perdidas, con el PP siendo presidente del Gobierno José María Aznar, que fuera diputado por nuestra provincia. Poco quiso saber desde la Moncloa y ninguno de sus colaboradores más cercanos, entre ellos el ministro del Interior, Ángel Acebes, le recordaron la deuda que tenía con Ávila a la que tanto pudo ayudar, pero ignoró. Un ejemplo el AVE, que garantizaron tendríamos y luego dieron a Segovia. Aquí tenían los votos asegurados y en la provincia del Acueducto había que ganarlos y qué mejor que con el Tren de Alta Velocidad. Pablo Casado, muy cercano a Rajoy, tampoco sudó lo más mínimo porque saliéramos del atolladero actual. 
Estando en la oposición es fácil decir que el Gobierno actual sigue condenando a Ávila, pero hay que darse cuenta de que el castigo viene de muy atrás, también estando ellos en el poder. Una lamentable y no querida situación, que nos invita a los abulenses a preguntarnos y preguntar ¿Qué hemos hecho para merecer esto?