David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


Instrucciones para votar en oblicuo

03/05/2023

Ya estamos a menos de un mes de las elecciones. Ya están todas las listas. Ya dispuesta la mejor de las sonrisas. Ya preparados los saludos. Y las buenas intenciones. Ya está aquí. Ya viene. Supongo que este es el ambiente que se vive en los cuarteles de cada una de las candidaturas. Ocho. Subirá progresivamente el tono en estas cuatro semanas. Poco a poco las sonrisas se irán congelando y adoptarán un rigor mortis de nerviosismo que cristalizará finalmente cuando se proceda al recuento. Y habrá, como siempre, unos pocos vivos y unos cuantos muertos. En esta antesala de la muerte que son las elecciones se producirán llamamientos desesperados, propuestas absurdas, imprecaciones contra los ciudadanos, por si no saben votar, por si se equivocan o, simplemente, por si se toman el día libre. No nos hagáis esto, que nos morimos, pensarán algunos candidatos.

Oiremos el día de las elecciones los habituales clichés: esta es la fiesta de la democracia, es el día de la opinión ciudadana, de nada vale quejarse luego. Todo esto me recuerda a aquella frase que pronunció el viejo protagonista de la película Nebraska. El buen hombre le advirtió al hijo: la cerveza no es tuya, es alquilada, siempre hay que devolverla. Con el voto es lo mismo: la papeleta en la urna es temporal, una suerte de alquiler a corto plazo que en la mayoría de los casos no tiene renovación ni prórroga.

He estado leyendo con detenimiento las candidaturas. Por suerte solo tenemos elecciones locales y apenas sumamos ocho candidaturas. Los partidos han hecho un gran esfuerzo por publicitar que los candidatos de su lista son personas normales. Menos mal. Aunque sería más divertido que el número 3 fuera un cleptómano, la 6 una prestidigitadora y el 8 un experto en colombofilia y palomas mensajeras. No. El esfuerzo está en precisar que todos son auxiliares de enfermería, agentes de seguros, funcionarios, maestros, empleados de banca y, por supuesto, activistas, que eso en la izquierda mola mucho. Es un desatino que no se haya incluido en la lista ningún espeleólogo para esta ciudad en obras. Ni un medium, por aquello de que Ávila siempre estuvo entre las ciudades muertas.

Los votantes también pecamos de ser muy normales. De dejarnos llevar. De votar por costumbre. Hay quien ha firmado una hipoteca de treinta años con su partido de siempre. Viendo que todas las listas que concurren son iguales, llenas de gente normal y honorable, yo propongo una medida dadaísta por parte del votante: votar en oblicuo o de manera azarosa. Sitúese frente a la mesa de las papeletas. Elija una papeleta. Trace una diagonal imaginaria y coja la opción de partido opuesta en esa línea. Haga después hasta tres combinaciones semejantes en diagonal, en horizontal y vertical. Escoja finalmente la cuarta papeleta y sin mirar el resultado ni el partido al que pertenece, métala en el sobre y después en la urna. Habrá hecho usted lo correcto. El azar ha votado por usted. Y jamás va a tener remordimientos de conciencia ni reproches. Tómese un buen vino a continuación, que será lo mejor del día. Ha hecho usted una obra de arte en la fiesta de la democracia.