Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Paradojas

04/12/2020

La derecha añora a Felipe González. En el caso de Vox porque considera al expresidente próximo a alguna de sus tesis. El respaldo de la extrema derecha a quien seguramente aún se considera adalid de la izquierda tiene que suscitarle alguna arcada intelectual.
Albert Rivera ha ido más allá y ha expresado su añoranza por el líder socialista de los años 90. Rivera dice estar muy aliviado porque su sucesora al frente del partido naranja finalmente se haya desmarcado de cualquier apoyo a Sánchez. El fundador de Ciudadanos no se resigna a permanecer en la sombra de un despacho de abogados y se ha sumado a ese nutrido y creciente grupo de ex, que intenta superar el ostracismo de la derrota con el afán del tutor proclive siempre a dar consejos.
Rivera fue expulsado de la primera línea cuando sus seguidores, de centro y liberales, entendieron que se había escorado a la derecha en exceso, hasta el extremo de mimetizarse con el PP y Vox en la plaza de Colón y en la numantina posición contraria al pacto con Sánchez que le pedían los poderes económicos del país. Parece no haber asimilado la advertencia. Opina que no es posible la equidistancia entre el PSOE y el PP y confiesa que se ha sentido aliviado por no formar parte de «lo que está haciendo este Gobierno».
La corta biografía de Arrimadas como sucesora de Rivera ha sido tambaleante. En consecuencia, una actitud poco fiable para quien aspira a ser depositaria de la confianza de una parte de la población. Asumió la sucesión con la misma intransigencia e integrismo que el jefe relevado. Comprobó después que por la derecha el recorrido sería corto, con demasiados participantes, y tendió la mano al PSOE. Reivindicó en exclusiva el protagonismo que en la formación de Gobierno su antecesor había despreciado. El órdago le salió mal y ahora trata de justificar el fracaso en supuestos comportamientos morales: «Es éticamente inaceptable» pactar con quien establece acuerdos con ERC y Bildu, ha dicho. Una actitud excluyente de la que no participa la inmensa mayoría de los españoles, el sector moderado, con más cerebro que vísceras y que para sí reivindica Arrimadas.