Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


¿Qué tipo de ciudad queremos?

17/08/2022

Si hay alguna «serpiente de verano» que ni es serpiente ni es de verano, pero que es un culebrón permanente aquí, es saber qué tipo de ciudad queremos, porque se dice que Ávila está sin definir, y es un tema válido para cualquier tertulia del que se puede hablar y hablar, sin llegar a ninguna conclusión. Se lo plantean los técnicos, los urbanistas, también los políticos que siempre quieren cambiar algo o todo, porque lo llevan en la sangre, dominar las cosas y a la gente desde el poder. Se dice que Ávila esta sin saber que quiere ser, que no se sabe cómo estar en el presente y en el futuro, que si preguntásemos a cualquier abulense que es lo que desea, diría simplemente, esa ansia universal de vivir mejor que ayer. Y esto ¿cómo se come?
Este tema me ha surgido tras una breve conversación con don José Manuel Sánchez Caro, tras el funeral el otro día, por la muerte de la madre de nuestro ex obispo Don José María Gil Tamayo, hablando sobre un personaje que mencionaba en mi anterior artículo, el obispo Don Maximino Romero de Lema, el cual contó entre sus amigos con el arquitecto José Luis Fernández del Amo, madrileño y casi de su misma edad, y también de pensamiento liberal, que refleja en sus obras, que nos dejó una muestra en el Barraco, Valdelandes, su residencia de verano, junto al embalse del Burguillo, o también la sencilla iglesia parroquial de san Roque en Bularros (60 habitantes), a 20 kms. de Ávila, dirección Martiherrero. Y estando don Maximino ya en Roma le encarga la construcción de una iglesia en su pueblo natal Baio o Bayo (La Coruña), hoy cerrada, en terrenos que cede de su propiedad. Aparte de su numerosa arquitectura religiosa, que la siente profundamente y la trasforma, fue uno de los arquitectos que diseñaron los llamados poblados de colonización, en la posguerra civil española, y durante 25 años, en zonas deprimidas de toda España, especialmente en Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha, que la llamada Ley de Memoria Histórica les ha borrado el nombre, incluso algunos casi han desparecido, por diversas causas, pero no se puede borrar lo que fue el mayor movimiento migratorio realizado en España a mediados del s. XX, con la construcción de mas de 300 pueblos, con 55.000 familias, y una nueva forma de urbanismo rural, con diseños que son objeto de estudio. Con Dictadura o no, había al menos ideas, cosa que ahora se echa en falta, para solventar el problema de la despoblación y la España vaciada.
La ciudad de Ávila ya existe, y no nos valen estos ejemplos, los poblados de colonización; o Brasilia, la capital de Brasil, diseñada desde cero por el arquitecto-urbanista Oscar Niemeyer, en plena selva amazónica. Ávila tiene una historia detrás, y solo quiere adaptación a su tiempo, mejorar lo mejorable. Cuando leo las entrevistas que este periódico hace a personas que destacan por algo, la mayoría dice que Ávila es la ciudad ideal para vivir tranquilo, donde todo está a mano, donde estás en el campo y la naturaleza solo a dos pasos. Tal vez que la falta alegría, actividad, puestos de trabajo, que los jóvenes se van, porque aquí no tienen futuro, que tiene malas comunicaciones, que no hay industria. Si miramos las estadísticas, es una de las ultimas provincias en casi todo, en el ranking nacional y autonómico ¿Por qué?
Las teorías urbanísticas son extensas, por lo que las discusiones entre técnicos (los políticos vienen detrás), tienen donde debatir ¿ciudad compacta o ciudad dispersa o con varios centros? ¿ciudad histórica y turística? ¿teresiana, mística, espiritual? ¿ciudad universitaria? ¿ciudad de Congresos o de festivales? ¿Ciudad satélite o dormitorio? ¿ciudad verde, de parques y jardines? ¿ciudad del circo? ¿ciudad de Museos? ¡Cachis! me falta el Prado. ¿ciudad industrial, de automóviles, agroalimentaria, o de chinchetas? ¿ciudad de emprendedores, nativos o importados? ¿ciudad de vinos, cerveza, chuletón, y yemas de santa Teresa? ¿ciudad medieval, moderna, contemporánea o futurista? ¿edificios altos o bajos? ¿ciudad peatonal? ¿ciudad de residencias geriátricas? La lista sería interminable, y donde son posibles muchas combinaciones. 
Para cualquier opción hace falta un plan, una ruta, una meta, aunque sea lejana. Hacen falta inversiones (¡cochino dinero!), voluntad política, con ideas, y aunque el futuro sea incierto, pues el hombre de voluntad libre hará lo que quiera, y donde entran en juego la política, la economía, el clima, el agua, los servicios de todo tipo, las comunicaciones, la tecnología, la globalización, la rebeldía o el conformismo, tiene que haber un futuro.