Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Versos sueltos

07/08/2022

En efecto, no se pueden comparar las actuaciones por libre de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, y su visita a Taiwán con la insumisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, al real decreto de ahorro de energía que ha aprobado el gobierno de Pedro Sánchez. Pero ambas han tomado iniciativas que han puesto en aprietos a sus jefes, han alterado la normalidad que ha de regir las relaciones entre países y tienen más de desafío personal que de intento de resolver las situaciones que han motivado su reacción.  

Si las acciones de los políticos es preciso enjuiciarlas por los logros que consiguen para mejorar la situación de los ciudadanos o para dar un vuelco a una situación de hecho que se mantiene en un equilibrio inestable a lo largo del tiempo, en permanente guerra fría, la decisión de Nancy Pelosi de visitar Taiwán, la isla que Pekín considera una parte de su territorio, solo ha servido para irritar al dragón chino, herido en lo que considera una injerencia en sus cuestiones territoriales que por acuerdo tácito permanecían anestesiadas. El peligro de una invasión de Taiwan por el régimen autocrático chino es como el dinosaurio de Monterroso, pero las posiciones de EE UU y de China al respecto son tan ambiguas por una parte y al mismo tiempo tan claras que era mejor que todo siguiera igual. Ni China va a invadir Taiwan ni EE UU va a dejar de defender la isla en el caso de que eso ocurriera. Pero cuando media una provocación se corre el riesgo de que alguien se queme, como advirtió el presidente chino Xi Jinping a su homólogo estadounidense, Joe Biden, que ya había manifestado que el Pentágono no veía con buenos ojos una visita que a la postre no ha servido para nada, salvo para que China trate de ahogar la economía de Taiwan, y con ello perjudicar a la de sus socios comerciales. Este tipo de iniciativas contribuyen a dar la razón al secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, cuando afirma que "un error de cálculo" puede hacer estallar una guerra nuclear. La conclusión es que la visita de Pelosi ha sido más contraproducente y perjudicial para que eficaz tanto para Washington como para Taipéi.  

Ante esta crisis internacional, la desatada por otro verso suelto, Isabel Díaz Ayuso, es una cosa infantil. Pero obedece a las mismas causas, una decisión personal -sin negar el derecho a adoptarla- que no calibra las consecuencias políticas. Ayuso ha generado un problema al PP y a su presidente Alberto Núñez Feijóo que había ido incluso más allá en la adopción de medidas de ahorro de energía, por su rapidísima reacción contraria al Gobierno, que apela a la solidaridad europea. Como Isabel Díaz Ayuso fue un paso más allá de lo razonable al anunciar en un primer momento que la Comunidad de Madrid no cumpliría la norma, sonaron todas las alarmas, porque una cuestión es la crítica y otra la rebelión, en la que por consejeros interpuestos ha seguido insistiendo. La reacción de Ayuso ante el real decreto, que es manifiestamente mejorable -y por ahí van los últimos movimientos del Gobierno que tenía que haber acordado las medidas con las comunidades autónomas- se ha vuelto en su contra, porque ha sido reconvenida de algún modo y el conjunto del partido ha tenido que dar marcha atrás, dedicando tanto tiempo a defenderse como a atacar al Ejecutivo.