Álvaro Mateos

El Valtravieso

Álvaro Mateos


Peregrinos en Ávila

05/07/2021

El Camino de Santiago desde Levante tiene en Ávila un itinerario espectacular y no siempre conocido. Etapas difíciles y pronunciadas con dos puertos de montaña, como Arrebatacapas y el Boquerón, permiten divisar a lo lejos la silueta de la ciudad amurallada, un anticipo del gozo que ha de llegar en Compostela. 
La salida de Cebreros, pasando por delante de un templo que ahora conmemora el peregrinaje de la Ley a la Ley, como fue la Transición, obra y gracia de nuestro paisano Adolfo Suárez, hace que coincidan en un punto los caminos de Santiago, de la Santa en sus constantes viajes a Toledo, o la memoria hacia el Nobel que aquí terminó La Colmena. La subida es dura y pronunciada, también discurriendo junto a un antiguo convento, elevándose apenas 300 metros en un santiamén, iniciando una subida que hay que afrontar con ánimo. 
Tras unos instantes de duda y falta de fuerzas, entre mi joven compañero y yo, seguimos adelante, cruzándonos con las decenas de ciclistas que completan esta ruta los fines de semana. Al coronar y avanzar hasta la planicie que te conduce a San Bartolomé de Pinares o a La Cañada, tras una pequeña última subida, te adentras en el pueblo de Cascorro descendiendo una abrupta bajada. 
La llegada a San Bartolomé de Pinares, con sus ermitas y su iglesia señorial, que nos explicó con todo lujo de detalle el párroco y buen amigo, Diego Martín Peñas, culmina con la acogida tan propia de la familia de los Vaíllo, todo en ellos entregarse a los demás. 
Una última etapa, atravesando El Herradón; imposible no recordar aquella riada de 1999, que me tocó cubrir para este periódico. La Iglesia de Santa María la Mayor, a un lado del camino, guarda tesoros que no todos conocemos y bien merece una visita. De ahí a lo alto del Boquerón, con sus curvas y revueltas, y de nuevo el camino, ya en el término de Tornadizos. 
Desde aquí, hay varias opciones: coincidiendo con el mes de julio y aunque no esté marcado tal cual, lo suyo es adentrarse en Ávila por el Santuario de Sonsoles. En nuestro caso, y fieles a las flechas, tras un pinchazo en una de las bicicletas, hicimos el de entrada por la Avenida de la Juventud, monasterio de Santo Tomás y la llegada a la imponente silueta de la parroquia de Santiago.
De nuevo, gozando de los buenos recuerdos de amistades como las de José Luis Gail y Jesús Martín, contamos con las explicaciones de uno de los sacerdotes, quien con orgullo presume de esta joya de origen románico, rematada en gótico tardío. Deteniéndonos en el retablo, en las conchas y calabazas que rodean el templo, éramos conscientes de estar en un lugar lleno de historia jacobea, donde según la tradición se armaban los caballeros de Santiago, y donde quisieron enterrarse los más nobles de la ciudad ligados a la guerra, empezando por el Cid de Ávila, Nalvillos. 
Ya completados los 140 kilómetros entre Toledo y Ávila, ahora contemplamos desde la altura el trayecto recorrido, con vistas al Valle Amblés, por un lado y, tras acercarnos a la Catedral del Salvador, atravesando el Mercado Chico y enfilando al Puente Adaja, estamos en el entorno de las Tenerías, ya con el anhelo de lo que aún queda por descubrir, con la mirada en Gotarrendura y Arévalo. Seguimos en camino.