Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


¿Cada día más cerca de las personas?

18/06/2022

Ayer, en este Diario, se informaba del cierre, el próximo día 30 de este mes, del Centro de Día de Alzheimer, que Cruz Roja tiene cedido gratuitamente por la Diputación provincial, en dependencias de la Residencia 'Infantas Elena y Cristina' de nuestra Ciudad y que llevaba funcionando muy bien desde hace cerca de 25 años, pero que, por falta de subvención, como explicaba el secretario provincial de esta Institución, dejará de dar servicio en pocos días. 
Una decisión, la de la rentabilidad, que perjudica a las personas enfermas de Alzheimer que a él acuden y cuyas familias tendrán que hacerse cargo de ellas a partir del primero de julio. En la actualidad son trece cuando normalmente estaban cubiertas unas 25 plazas, pero desde el pasado mes de octubre, a pesar de la lista de espera para ingresar en el Centro, no se ha vuelto a realizar ninguna evaluación por lo que, desde entonces, estaban sin ocupar más de una decena de plazas.
El cerrar dicho Centro está causando malestar y protestas entre las familias de las personas vulnerables que allí todavía reciben la asistencia y cuidados necesarios para afrontar su enfermedad por parte de los trabajadores. No entienden que se les haya comunicado la próxima clausura con una carta sin firmar por la directora del Centro y tan escaso margen de días para poder tomar una solución, difícil en muchos casos por su vulnerabilidad y escasos recursos, como es el encontrar otro centro donde puedan ser atendidos estos enfermos de Alzheimer. Enfado que también manifiestan, según nos comentan algunos familiares, por las no muy buenas contestaciones y razones que telefónicamente les están dando desde la Asamblea de Cruz Roja en Ávila.
Además del perjuicio que ocasiona a los enfermos allí atendidos y a sus familias, esta decisión ha llevado consigo el despido de la mayoría de los trabajadores que en él prestan servicio. A cuatro auxiliares y un fisioterapeuta les llegó el pasado lunes su finiquito y se unen a la lista del paro. El terapeuta ocupacional, en excedencia, aún no ha recibido la carta de despido y otros dos trabajadores del Centro, empleada de la limpieza y conductor, parece serán reubicados, por ahora, en otros puestos dentro de la Asamblea provincial.
La rentabilidad también ha hecho que este año no viéramos durante todo el recorrido, como era costumbre y agradecían organizadores y andarines, a los voluntarios de Cruz Roja en la Gran Marcha de PRONISA por la Discapacidad. Y la rentabilidad puede que sea la causa de acabar, no muy tarde, con otro gran servicio que lleva prestando hace años a muchos usuarios de la provincia de Ávila como es el de la Teleasistencia. La competencia de empresas que ahora se dedican a ella -con precios más bajos- hace que las administraciones contraten a aquellas que les resultan mejor económicamente, aunque no con iguales prestaciones que las que ofrece Cruz Roja. Será una pena perder esta atención, tan necesaria e importante para bastantes personas, por escatimar algunos euros.
Son servicios que la sociedad continúa demandando y en los que la Institución, que ha sido pionera, debería seguir ofreciendo con los recursos propios que obtiene cada año procedentes de los sorteos de la Lotería, del Oro, así como de las aportaciones de socios y colaboradores. Son compatibles con otros proyectos y programas, que sí son necesarios y cuentan con subvenciones estatales y autonómicas como inclusión social, empleo, Medio Ambiente, Salud, además de, en estos momentos, una especial atención a los refugiados que, a consecuencia de la guerra en Ucrania llegan a Ávila. Ya se hizo hace años con refugiados sirios.
No se comprende que, por esa que dicen rentabilidad, se esté disminuyendo la atención a personas vulnerables, cuando Cruz Roja es una Institución humanitaria y sin ánimo de lucro. La rentabilidad habría que aplicarla en otros casos que no se hace actualmente. Ahora, que ya no prestan servicios de ambulancia, podrían haber destinado el importe de la que ha donado recientemente la Diputación provincial, así como los muchos miles de euros que se han malgastado en la aún no construida nueva sede en nuestra capital, a otros proyectos y programas que contribuyan a mejorar la vida de cuantos llaman a la puerta de esta ONG en busca de una ayuda que les es muy necesaria.
No dejemos que, por la rentabilidad, se pierda la esencia de lo que siempre ha sido Cruz Roja desde que, hace 159 años, la fundara Henry Dunant y por la que tanto aprecio tiene en todo el mundo. Tampoco queremos en absoluto preguntarnos si de verdad está, ¿cada día más cerca de las personas?