Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Con mucho que decir

02/01/2021

«Con demasiada frecuencia subestimamos el poder de un toque, una sonrisa, una palabra amable, un oído que escucha, un cumplido sincero o el más pequeño acto de interés. Todo lo cual tiene el potencial de transformar una vida», así es como Leo Buscaglia habla acerca de cómo las personas pasamos demasiado por alto los ingredientes vitales de aquello que puede hacernos felices.
Una vida entera puede cambiar con todo esto, y puede hacer cambiar a los demás. Cuando tratamos de esquivar los problemas  a los que nos enfrentamos diariamente nos centramos únicamente en nosotros, tratamos de resolverlos y no prestamos más atención que al problema, lo que nos hace caer en el tan famoso síndrome de la felicidad aplazada, es decir, hasta que no se resuelva esto no podré sonreír o ser feliz. Con demasiada frecuencia nos equivocamos en prestarle casi toda nuestra atención al problema, olvidando la solución.
Allá donde ponemos el enfoque es hacia donde caminamos. Las palabras tienen el poder de transformar nuestros pensamientos y estos, a su vez, nuestros comportamientos. Pero hay más, una sonrisa que ofrecemos a alguien y una sonrisa que aceptamos de alguien también lo hacen si nos centramos en las sensaciones placenteras de la sonrisa y apartamos las dañinas de las rumiación de los problemas. Cada acto debe considerarse una oportunidad de hacer algo por mejorar, de poner a prueba el inmenso potencial que tenemos las personas para dar y recibir gestos, palabras y acciones capaces de transformar un día gris en una galaxia de colores y formas que todos podemos aprovechar.
Lo que quizás muchos no sepan es que uno puede tratar de lidiar con los problemas él solo o tratar de relacionarse con personas que estén viviendo en ese instante en una de esas galaxias de felicidad, y contagiarse de esas mismas sensaciones. Es comprensible e inevitable que los días grises lleguen a nuestras vidas a veces sin previo aviso, todos hemos pasado por eso, pero la decisión de cuánto tiempo va a permanecer nuestra vida en ese color nos pertenece exclusivamente a nosotros. No solo tenemos la posibilidad de hacer algo, sino el deber de conseguirlo. 
A partir de esta mentalidad de abundancia los caminos son casi infinitos e impredecibles para producir nuevas experiencias que nos ayuden a marcar objetivos que nos acerquen al placer de sentirnos vivos y radiantes y nos alejen de la tristeza y el desamparo. Si permitimos que de las experiencias positivas se generen a su vez nuevas todavía más placenteras no estaremos sino entrando en un bucle de posibilidad y crecimiento personal al que pocas personas están acostumbradas a dar cabida en sus vidas. Un pequeño gesto de comienzo que demos o que nos den puede, si lo permitimos, que le suceda otro todavía mayor hasta engranar la máquina que haga que cada momento del día cuente.
Palabra que pronunciamos y acto que llevamos a cabo cuentan y mucho, para nosotros y para los demás. Son en realidad actos de responsabilidad por lo que significan y el ejemplo que transmiten. Ahora pensemos seriamente qué estamos dispuestos a hacer para conseguir la vida que nos merecemos y la influencia que tenemos sobre la calidad de vida de los demás, y actuemos en consecuencia. Martin Luther King jr. sabía lo que significaba poner el ejemplo por delante y el impacto que eso crearía en una américa del norte arrasada por la segregación racial. Nosotros tenemos el trabajo un poco más sencillo que él, hagámoslo.