Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Educación y niveles

27/06/2020

Hace solo unos días saltaba a los medios la hiperinflación de sobresalientes en los bachilleratos de tres comunidades autónomas que paradójicamente suspenden en Pisa y en la Universidad. ¿Ha habido, o está habiendo en colegios y bachilleratos, pero también en las Universidades unas correcciones o valoraciones al alza en las calificaciones o a sensu contrario, se han relativizado o suavizado el rigor evaluador? Probablemente escucharemos de todo. O casi todo. Lo cierto es que la respuesta ha sido muy desigual y dispar entre comunidades autónomas a estos tres meses escolares que acaban de terminar en toda España. En función de los colegios, de la respuesta tecnológica, de los planteamientos, de la interacción metodológica digital y la propia posibilidad de que los alumnos de toda España y cualquier rincón puedan acceder a dispositivos electrónicos y digitales, la respuesta varía. Y debe hacernos además, recapacitar y mucho hacia el modelo metodológico que queremos, que necesitamos y que es más eficaz para el aprendizaje del alumno, lo que, en última instancia es lo que verdaderamente importa y vertebra un sistema educativo.
En España han fracasado sucesivamente muchos modelos, como lo han sido desde la instauración de la democracia recurrentes las reformas educativas. Se ha sobrevalorado y sobreestimado el peso de las Universidades, hoy superamos entre públicas y privadas más de 85 alumnos en detrimento en algunos momento de la Formación Profesional, incluido la dual, con el enorme prestigio y salidas ocupacionales que tiene. Tenemos universidades prácticamente en la puerta de cada casa, en cada provincia, duplicamos títulos, carreras, estudios, másteres, cursos, prácticamente por doquier. Somos fábricas de colocación en algunas titulaciones para otros países, pero no en el nuestro que no tienen donde trabajar algunas salidas o lo hacen en unas condiciones laborales sumamente precarias. 
La cuarentena y la educación a distancia nos ha dibujado un panorama sumamente desigual en todas las comunidades, amén de no ponerse de acuerdo unas y otras con el ministerio, o hacerlo a regañadientes en función de los aprobados o umbrales que permitan pasar de curso y no perderlo. Pero ¿y los contenidos? ¿se han impartido en todos los colegios la totalidad de temarios y se ha examinado en consonancia? ¿han tenido los alumnos idénticas oportunidades formativas, pedagógicas, explicativas, tutoriales, interactivas? No. Esa ha sido la realidad. Es cierto que muchos gobiernos autonómicos han hecho una importante labor de hacer llegar ordenadores o tabletas a alumnos que no tenían estos medios así como en determinados lugares los problemas de conexión a las redes han sido serios y se ha hecho lo posible por soliviantarlos y solucionarlos. La labor y el reto está ahí y máxime si en los próximos meses se repite la situación o hay posibilidades de hacerlo.
Y la pregunta que hemos de hacernos, esta situación ha cambiado y adaptado lo presencial y lo virtual, pero ¿significa que lo virtual desplazará a lo presencial en el aprendizaje o simplemente lo completará y complementará en aquellos extremos que sean necesarios y sobre todo útiles para el alumno? Tenemos ahora mismo la generación de alumnos más digitalizados, prácticamente desde los tres o cuatro años todos manejas dispositivos electrónicos de un modo u otro, pese a que se dice que pierden sentidos y creatividad amén de atención. Son muchas las opiniones, pero las deficiencias educativas sobrepasan a lo presencial y virtual y es un bien momento para poner todas estas cuestiones encima de la mesa en vez de procurar que algunas comunidades vayan por libre y siempre diferenciándose del resto. Las diferencias educativas solo lastran a un país y, sobre todo y por encima de todo, a su sociedad.