M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


Frustraciones

15/05/2022

Uno de los grandes filósofos del estoicismo, el hispanorromano cordobés Séneca, afirmaba que soportamos mejor las frustraciones cuando las comprendemos y estamos preparados para ellas, pero que aquellas que no esperamos y no sabemos entender, nos causan más daño. Y esto último suele ocurrir cuando el optimismo o expectativas positivas ante algo nos ilusionan. Conclusión: ante ciertos temas es mejor no esperar demasiado y ser cautelosos, pues así no nos sentiremos frustrados si no se cumplen las expectativas creadas.
Ante las elecciones próximas a las que los actuales paisanos de Séneca están llamados a participar, parecía que los partidos situados a la izquierda socialista, iban a dejarse de reinos de taifas y que estaban dispuestos a ir juntos a una cita electoral en la que las expectativas de poder alcanzar responsabilidades de gobierno no las tienen muy altas a priori. Y en las que la extrema derecha puede llegar a tener un papel gobernante, lo que era de suponer que pudiera ser determinante para intentar una coalición comprometida con sus ideales. A última hora –tan última que algunos llegaron fuera de tiempo– parece que algún acuerdo o acuerdos hubo. No sabemos aún cuál es el compromiso y contenido de ellos. Pero de partida pareciera un menú de esperpento hervido con vinagre y servido en platos rotos. De utensilios, cuchillos afilados.
Cuando parece que las ideologías basadas en el bien común están viviendo un mal momento y que su mensaje y necesidad no calan en gran parte de la población, quienes representan políticamente esas ideas pareciera que se olvidaran de ese bien común y que primara en ellos el individualismo egocéntrico, la soberbia intelectual y los intereses de grupo. 
Las ideas que defiende la izquierda, ¿siguen siendo necesarias, son actuales? Es un debate que no pierde actualidad porque la redistribución de la riqueza, los derechos sociales, económicos y laborales o la defensa del medio ambiente siguen siendo asuntos de cada vez más urgente solución. Y la reivindicación y lucha por estos derechos constituyen lo que llamamos valores de la izquierda. Valores que no están, desde luego, en la agenda de la derecha, caracterizada por otros intereses más individualistas e ideológicos. Cuando hay vulnerabilidad y crisis, no es lo mismo la respuesta ofrecida desde la derecha que desde la izquierda. Y si hacemos un mínimo esfuerzo de memoria, recordaremos la respuesta a la anterior crisis con el gobierno popular –recortes, rescate de la banca, etc.– que a la actual –ERTEs, medidas de protección social, etc.–  
Lo sucedido en Andalucía con la izquierda, nos podría llevar al desencanto y a renegar de esta opción política, pues ver cómo se truecan ideales por ambiciones es muy decepcionante. Y podríamos sentirnos en orfandad y sacar aquellas pancartas del 15M con el lema de «No nos representan», pues es fácil sucumbir al desánimo y también es muy fácil verbalizar aquello tan recurrente y tan falso de que «Todos son iguales». Pero al mirar la complejidad de los problemas, el individualismo galopante, la crisis climática, la desestructuración social, la precariedad laboral, etc., nos damos cuenta que los ideales y las soluciones propuestas por unos y otros no son iguales. Y que las transformaciones que han hecho que España sea un país más tolerante, amable o igualitario han venido desde gobiernos de progreso como el actual. La izquierda no puede –pensando en el bien común- seguir dando espectáculos como el de estos días pasados, ya que son más necesarios que nunca. No pueden estar tirándose los trastos a la cabeza todos los días. La tolerancia a la frustración, han de saber, tiene un límite, pues también es sabido que si aceptáramos todas las frustraciones serían muy pocas las conquistas humanas.